
Ya adulta, pero en momentos de crisis económica, hasta hubo que dejarlos grabando en alguna casa bien dotada, para luego disfrutarlos en formato maratón, un sábado en un humilde televisor sin cable, pero con VHS y muy buena compañía.
Después llegó Internet y para acá no olvidé traer, por ejemplo, las primeras temporadas del Reino del Suricato, sin doblaje por favor.

Imágenes históricas, análisis y testimonios de protagonistas son transmitidos con un certero hilo conductor que, sin temer sumergirnos en profundidades, nunca pierde ligereza ni amenidad.
La película no se preocupa tanto de las superficialidades biográficas de las estrellas, sino que se centra en el análisis sociológico y cultural del fenómeno, sin olvidar desentrañar con agudeza cuáles fueron las reales innovaciones y aportes musicales de cada quien.

Todo un lujo es tener un intérprete y músico de su calaña, como profesor privado en casa. Pero también es un poco triste ver estas maravillas en la pequeña pantalla del televisor.
En Venezuela sólo a finales de los ochenta se dieron algunos festivales de documentales, cuando el presidente de la Fundación Nuevas Bandas, Félix Allueva, comandaba la programación del Celarg.
Gratísima sorpresa fue encontrarme al llegar a Barcelona que comenzaba el Festival Internacional de Cine Documental Musical In-Edit Beefeater, proyectando 50 films en dos salas muy cercanas a casa.
Con cinco ediciones, lo que comenzó casi como una reunión de amigos en un teatro de barrio, ha cobrado importancia internacional, con raíces en Madrid, Valencia y Santiago de Chile.
In-Edit Beefeater
Documentales en concurso y proyecciones especiales conforman una abultada programación, para repasar la historia y actualidad del rock, pop y otros géneros en el mundo. He aquí algunos títulos interesantes:




La programación es, pues, extensa y variada (se puede revisar en: http://www.in-edit-beefeater.es/ ). Y en las largas filas en las puertas de los cines también se puede ver de todo, desde los fanáticos de Oasis, grupetes de punk, hasta turistas, recién llegados y seres solitarios con franca pinta de sociólogos o antropólogos.
Que vivan las ciudades con amplitud de opciones para cada quien… aunque un loco en el metro pretenda probar a patadas lo contrario.