viernes, 23 de julio de 2010

Choc Quib Town: Hip hop afro-reinvindicativo
(Rock latino que saca a la luz el veranito europeo I)

A donde llegan con sus pieles oscuras y su actitud festiva, lo primero que hacen es aclarar que son negros y latinos. “También hay afros en Colombia” no se cansan de aclarar, como queriendo exorcizar el estereotipo que relaciona latino con mestizo, reduce su música a la salsa e invisibiliza a buena parte de la historia y población de Suramérica.

Y quizá como mejor expresan su denuncia es con un peculiar hip hop reivindicativo, tan combativo como alegre, donde la electrónica, el funk y el rapeo, se ven intervenidos por sinuosos sonidos del folklore de la costa del Pacífico colombiano; de las músicas que escucharon de niños en su originaria Quibdó –la capital del Chocó, a la cual honran en el juego de palabras que es su nombre–, una de las regiones más pobres y con mayor número de habitantes de raza negra.



Liderada por Tostao, Goyo y Slow, Choc Quib Town (CQT) se ha convertido en una de las punta de lanza de lo que podría considerarse la tercera ola de rock latinoamericano, después del empuje iniciático de Argentina en los 80, seguido por México en los 90.

Acudiendo desde el rock, el jazz, el hip hop y la electrónica, al cruce de ritmos y tendencias, una nueva camada de bandas colombianas como Puerto Candelaria, Bomba Estéreo –de la que hablaremos en un próximo post-, Systema Solar, la precursora Bloque y CQT, vienen echando mano al gigantesco arsenal de músicas folklóricas de su territorio, para dar origen a un sonido actual y distintivo.

Así, mientras el rock y la electrónica miran hacia la costa atlántica, generando cadencias como el electrocumbé, la propuesta de CQT comulga más con el bunde o el banbazú. “Son géneros del Pacífico que guardan una estrecha relación con los sonidos jamaiquinos, y también con el hip-hop," destaca Goyo, la MC femenina, en una entrevista que le hiciera para la revista RockDeLux.


En Oro (World Connection-Resistencia, 2010), el álbum con el que debutan en Europa y que incluye lo mejor de sus dos anteriores discos editados en Colombia (Somos Pacífico, 2006 y Oro, 2009), el toque distintivo lo dan, pues, ritmos afrocolombianos menos difundidos, como el currulao, el bambazú, el bunde, el aguabajo o la chirimía; hilvanados en ocasiones con otras músicas de Latinoamérica y el Caribe, como la salsa, el boogaloo o la guajira.

También responsables de las bases rítmicas y melódicas, los CQT logran una mezcla como por ‘generación espontánea’ –por la fluidez y naturalidad con que surge–, de todas las músicas que pasaron por su pueblo: el folklore, la música urbana, la salsa, Bob Marley, Renato, El Brujo, Guayacán, Alpha Blondie… De allí que se noten tantas diferencias de estilo de un tema otro.

Se dejan llevar, dicen, por lo que pide cada canción: en "San Antonio" el bit marcadamente hip hopero, se transforma con la marimba y la voz, con claras influencias de cantos tradicionales africanos. "Pescao envenenao", aunque conguero, se sostiene por una base de boogaloo en la guitarra.


Más contagiantes resultan en vivo, gracias a una poderosa banda que da fibra humana al rapeo y les permite reinventar cada tema según el feedback del público. Conformada por bajo, guitarra, batería y percusión –tamboras, congas y la característica marimba-, la agrupación da pie a solos e improvisaciones que coquetean con el latinjazz, hacen guiños a la salsa y se pierden en el funk.


“Nosotros estamos rescatando nuestra música, pero el folklor nos rescató a nosotros”, apunta Tostao. “Dentro de esta lógica de la globalización, tomamos el lenguaje de la música moderna y urbana, del hip hop y el rap, para hablar de las cosas y de las músicas con las que nos identificamos”, resalta.

En efecto, aunque desde hace años residen fuera del Chocó, su compromiso se mantiene en rimas de denuncia étnica y social, bien envuelta, eso sí, en una actitud que no deja de ser festiva y orgullosa.

“Oro” aborda la historia de la explotación -no sólo- minera del Chocó; “Somos Pacífico” reclama la unidad de la población afrocolombiana; mientras “De donde vengo yo” -mi preferida- se mofa de los estereotipos, evidencia contrastes sociales e injusticias, y rebusca identidades.


“La idea es que a uno no lo crean 'americano', por el solo hecho de tocar música urbana”, advierte Tostao, refiriéndose más bien a 'estadounidense'. “Y que tampoco te crean africano, porque nosotros somos África pero en Colombia”, precisa. “En los países hispanoparlantes está chévere que eso se note en la letra, pero donde no nos entiendan, se tiene que sentir en la música. El hip hop tiene que sonar nuestro”.

Nominados al Grammy Latino en la categoría de Mejor Nuevo Artista, comenzaron su internacionalización en 2009, en el Festival Internacional South by Southwest (SXSW) de Austin, el Womex de Copenhagen y actuaciones en algunos países de Europa.

En mayo de 2010, para el lanzamiento de “Oro”, emprendieron una nueva gira que ya incluyó conciertos en Madrid y Barcelona, además de presentaciones en Francia, Reino Unido, Finlandia, Alemania y Suecia, entre otros.

Este mes cierran sus presentaciones en España: hoy, 23 de julio, en el Mar de Músicas de Cartagena, el 24 de julio en el Festival de Mumes en Islas Canarias, el 5 de agosto en Sevilla, y el 6 en Cadiz. Antes tendrán también presentaciones en Reino Unido, Bélgica y Países Bajos.

Pueden revisar la entrevista que les hice, durante su visita a Barcelona, en la revista RockDeLux # 286, de julio-agosto 2010. Aquí les dejo sólo una pregunta a modo de bonus track:

-¿Hacia donde creen que va hip hop colombiano?

-Al hip hop colombiano le hace falta mirar más hacia su tierra. Ya empezó a pasar en grupos como Tres Coronas, que es una fusión entre un colombo francés, y un colombo americano. También en algunas cosas de Flaco Flow & Melanina, y un productor que se llama Benny B. Tienen su propia cultura, están en la órbita correcta, pero además están vinculando elementos de la raíz. Y eso es importante sobre todo para competir, para llegar afuera. Hay grupos que son muy buenos, pero están rapeando sobre bases norteamericanas, en español y a veces con mal sonido. Entonces no hay quien se interese. Esta es una industria, tienes que competir en la calidad musical, en la calidad de audio, y en los textos y en las composiciones.

(Esta reseña es la primera entrega de una serie sobre rock latino que se está conociendo en España y Europa, durante el verano de 2010)

El rock latino que saca a la luz el veranito europeo


Cuando los rayos de sol empiezan a calentar en serio, en España, como en el resto de Europa, también comienza la oleada de festivales y conciertos que llaman a olvidarse de recortes por la crisis –tanto del salario, como del aire acondicionado- y a lanzarse a calle.  

Primavera Sound, Sónar, FIB, Azkena Rock Festival, Bilbao BBK Live, Pirineos Sur, La Mar de Músicas… Puede que lo más difícil sea escoger a cuáles asistir –no hay presupuesto ni cuerpo que aguante ir a todos-; y, lo más doloroso, decidir luego en cuál de sus escenarios quedarse.

Nada más en el Primavera… si preferías el indie canadiense de The New Pornographers, te perdías a Low; si esperabas por Gary Numan, renunciabas a los padres del dance punk Liquid Liquid; si te enganchaba la multitudinaria propuesta de Broken Social Scene, debías olvidarte de Tortoise.

El tormento se agrava cuando los pesos pesados se multiplican en las programaciones (LCD SoundSystem, Pixies, Gorillaz, Pet Shop Boys, Massive Atack); cuando las leyendas reviven contundentes (Tortoise, Pavement, The Slits); cuando la escena alternativa anglo toma un impulso que no se le veía hacía años (Beach House, Grizzly Bear, The Books, Titus Andronicus).

Lo curioso es que ha sido precisamente en este entorno y con tamaña competencia cuando España ha podido conocer algunos exponentes del rock hecho en América Latina; rock, eso sí, entendido en términos amplios y con todas sus derivaciones.

Ya notábamos en veranos pasados la escasez de representantes de Suramérica en festivales como el Sónar. Esta vez no es que haya aumentado sustancialmente el número, pero sí su impacto. “Y la cumbia acalambró el Sonar”, tituló el diario El País, erigiendo a los colombianos de Bomba Estéreo como los vencedores de la jornada diurna.

“Este año aprendimos que el festival puede crecer mirando más a Hispanoamérica”, coincidió RockDeLux, resaltando también el performance de Los Amparito, el nuevo proyecto en solitario del mexicano Carlos Pesina.

Y el Primavera Sound, que ha venido posicionándose como uno de los encuentros de rock indie -mayormente ‘blanco’- más importantes de Europa, por primera vez tuvo presencia suramericana: los argentinos de Él Mató a un Policía Motorizado, la chilena Javiera Mena y los brasileños Macaco Bong.

Los organizadores admiten todavía hay desventajas para la proyección, no sólo de artistas de América Latina, sino de los propios españoles. “Hay una barrera mental, más allá del océano”, concedió Alberto Guijarro, en una entrevista que le hiciera para la revista Ladosis. “Pero poco a poco estamos descubriendo que hay bandas importantes en nuestra escena”, resaltó.

Sirvan pues estas líneas y la serie que hoy inicio, para presentar a algunos de los artistas que el veranito europeo ha sacado a la luz: