Cuando los rayos de sol empiezan a calentar en serio, en España, como en el resto de Europa, también comienza la oleada de festivales y conciertos que llaman a olvidarse de recortes por la crisis –tanto del salario, como del aire acondicionado- y a lanzarse a calle.
Primavera Sound, Sónar, FIB, Azkena Rock Festival, Bilbao BBK Live, Pirineos Sur, La Mar de Músicas… Puede que lo más difícil sea escoger a cuáles asistir –no hay presupuesto ni cuerpo que aguante ir a todos-; y, lo más doloroso, decidir luego en cuál de sus escenarios quedarse.
Nada más en el Primavera… si preferías el indie canadiense de The New Pornographers, te perdías a Low; si esperabas por Gary Numan, renunciabas a los padres del dance punk Liquid Liquid; si te enganchaba la multitudinaria propuesta de Broken Social Scene, debías olvidarte de Tortoise.
El tormento se agrava cuando los pesos pesados se multiplican en las programaciones (LCD SoundSystem, Pixies, Gorillaz, Pet Shop Boys, Massive Atack); cuando las leyendas reviven contundentes (Tortoise, Pavement, The Slits); cuando la escena alternativa anglo toma un impulso que no se le veía hacía años (Beach House, Grizzly Bear, The Books, Titus Andronicus).
Lo curioso es que ha sido precisamente en este entorno y con tamaña competencia cuando España ha podido conocer algunos exponentes del rock hecho en América Latina; rock, eso sí, entendido en términos amplios y con todas sus derivaciones.
Ya notábamos en veranos pasados la escasez de representantes de Suramérica en festivales como el Sónar. Esta vez no es que haya aumentado sustancialmente el número, pero sí su impacto. “Y la cumbia acalambró el Sonar”, tituló el diario El País, erigiendo a los colombianos de Bomba Estéreo como los vencedores de la jornada diurna.
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Y el Primavera Sound, que ha venido posicionándose como uno de los encuentros de rock indie -mayormente ‘blanco’- más importantes de Europa, por primera vez tuvo presencia suramericana: los argentinos de Él Mató a un Policía Motorizado, la chilena Javiera Mena y los brasileños Macaco Bong.
Los organizadores admiten todavía hay desventajas para la proyección, no sólo de artistas de América Latina, sino de los propios españoles. “Hay una barrera mental, más allá del océano”, concedió Alberto Guijarro, en una entrevista que le hiciera para la revista Ladosis. “Pero poco a poco estamos descubriendo que hay bandas importantes en nuestra escena”, resaltó.
Sirvan pues estas líneas y la serie que hoy inicio, para presentar a algunos de los artistas que el veranito europeo ha sacado a la luz:
- Choc Quib Town: Hip hop afro-reinvindicativo
- Los Amparito: Psicodelia electrónica a lo mariachi wave
- Bomba Estéreo: Electrocumbia psicodélica
- El manifiesto de Pablo Dacal: Asesinato del rock (a modo de marco teórico)
- Le Butcherettes: rock carninero y feminista
- El Mató a un Policía Motorizado: distorsión melódica
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