jueves, 6 de diciembre de 2007

Afterpop: la literatura de la implosión mediática

En la foto que la revista Club Cultura publicó para ilustrar su entrevista titulada “Ciudadano afterpop”, Eloy Fernández Porta lucía más bien como un profesor cualquiera: delgado con lentes, barba rala, manos de intelectual inofensivo. Quizá el toque extraño era su mirada perdida, no en un libro, sino en su cartera. Pero probablemente se trataba de una “licencia creativa” del fotógrafo.

Fernández Porta sí es profesor y crítico, mas sus palabras en Afterpop. La literatura de la implosión mediática no tienen nada que ver con el estereotipo del académico trasnochado. Tampoco con la otra academia que se jura transgresora y cool, vistiéndose simplemente de teorías queer.

En esta entrega profunda, exigente y hasta erudita, pero también cargada de humor e ironía, el autor analiza y cuestiona las categorías y términos con las que la crítica y el mercado –el establishment cultural- han abordado las creaciones literarias de los últimos tiempos.

Con una actitud desprejuiciada y aguda, desmonta la tradicional clasificación y contraposición entre cultura masiva y alta cultura, y pone en evidencia el reduccionismo de una supuesta fisura generacional.

Comienza provocando. En una especie de adivinanza, contrasta dos libros de relatos cuyos títulos no devela hasta avanzado el capítulo, pero que pertenecen, uno, a un escritor generalmente considerado autor pop (menor de 35 años, influenciado por música, televisión, cine y videojuegos) y, el otro, a un escritor normalmente catalogado como autor serio (mayor de 35 ó 40 años, proveniente de la alta tradición literaria y leído en términos de maestría y clasicismo).

Intentando “hablar de libros, no de autores; de textos presentados como fenómenos, no de marcas registradas”, desgrana los textos a través diferentes tamices, como la temática o las referencias utilizadas.

La mayoría de los criterios resultó inútil para diferenciaciones, por estar subordinados a presupuestos relativos. Pero al final el texto tomado a priori como serio, era en definitiva más poppy al suponer un lector con mentalidad de espectador de cultura de masas, mientras que el otro aspiraba al ciudadano afterpop.

Y es que este profesor de la Universitat Pompeu Fabra identifica en la producción de algunos autores que la gran crítica cataloga como producto pop masivo, lo que él denomina afterpop: no una moda, un movimiento o un grupo definido, sino una condición estética y una actitud visible en la literatura y otras artes conexas, que puede haber partido del pop o convive con él, pero “se sitúa en un espacio histórica y simbólicamente posterior”.

Por el pop, para el pop, contra el pop

Para Fernández Porta, el autor afterpop asume “que la cultura del consumo tal y como se conoció a lo largo de la segunda mitad del siglo XX no sólo está en ruinas, sino que, en cierto modo, es el pasado inmediato. En algunos casos llega incluso a asumir que se trata de un clásico, al que se respeta pero se da muy por sentado –tan por sentado que va desapareciendo”.

Más que canonizar a nuevos exponentes, el libro digiere la obra de escritores como Ray Loriga o Julián Ríos –además de numerosísimos referentes y antecesores- para mostrar las posibles vías o actitudes del afterpop: a veces de deconstrucción extrema de los referentes pop, o de erudición pop que reclama estatus de alta cultura, pero también de nostalgia, fascinación, superación, desentendimiento o, incluso, la posición propia del punk, de asunción provocativa de sus rasgos superficiales.

Así, por ejemplo, El hombre que inventó Manhattan de Loriga resalta por su estrategia entra-i-surts, paseándose por referentes clásicos que van desde William S. Borroughs, hasta llegar a las revistas femeninas, pasando por David Letterman y un sin fin de otros referentes, a veces muy desde dentro de la mentalidad del consumo, pero otras muy desde afuera.

Aunque repletas de referencias pop, las obras citadas no podrían catalogarse como tal, ya que generalmente exigen al lector-espectador un alto vuelo crítico y analítico, cuando no nociones muy específicas, bien de deconstrucción, psicología de los media o cualquier otro saber serio, bien de historia del cómic o de cualquier otro elemento del universo underground.

De Brian Eno a Family Guy

Para caracterizar y analizar esta literatura heredera del posmodernismo y del pop, pero enmarcada en una época de disipación de sus criterios como cultura, Fernández Porta adopta una perspectiva extremadamente interdisciplinaria.

El cómic, J. G. Ballard, la cultura indie, las vanguardias históricas, W. S. Burroughs, las películas de Cronenberg, Haneke y Solondz, el video, Disney, la escena underground, el thrash metal, la drogadicción, la publicidad, los graffitis, Roy Lichtenstein, la serie Family Guy, entre muchas otras manifestaciones, son convocadas aquí como estableciendo un nuevo vocabulario para hablar de literatura y dar cuenta de los referentes a los que cierta crítica pareciera haberle perdido el hilo, reduciendo la visión y valoración de las obras actuales a meras diferencias generacionales.

Curiosa e ilustrativa me resultó su reflexión acerca del ambient y la música electrónica -con Brian Eno y John Zorn como figuras de ruptura- para evidenciar el espíritu propiamente afterpop:

“Una forma musical estructurada en torno al vacío del pop, o en torno a su reciente desaparición. Ese vacío es presentado por medio de técnicas diversas (superficie sonora, distorsión, gestos minimalistas, uso o exacerbación del medio tiempo), que acogen, de manera flotante, restos, pecios y ecos de la antigua concepción pop (samplers, pregrabados, préstamos y plagios diversos). Al postular una forma de atención fluctuante, este tipo de música usa algunas llamadas y gestos propios del pop, pero en conjunto desactiva su forma de atención, a la vez que se sirve de sus propios recursos para poner en evidencia su trivialidad”.

El volumen es, pues, un intrincado recorrido por manifestaciones culturales aparentemente dispares que sí logra mostrar las características de una nueva literatura, siempre que el lector acepte el reto de asumir, él mismo, la actitud afterpop: desprejuiciada, pero también aguda y crítica, o “seriamente frívola”, como quizá le agrade decir a este también escritor de ficción.

No exento de ironía y humor, repleto de referencias y vínculos poco ortodoxos entre libros, películas, comics y demás creaciones de alta y baja cultura, conviene abordarlo en una rica biblioteca y con conexión a Internet.

En Venezuela, posiblemente algunos de los escritores incluidos en mi cata de nuevos narradores se sentirán identificados.

1 comentario:

Jesús Nieves Montero dijo...

realmente en mis lista de lecturas de próximas sin dudas...

de antemano me siento identificado, pero leemos y emitimos juicio más serios...

salud desde acá!

j.