martes, 7 de octubre de 2008

De Delacroix, Chopin y las artes que se cruzan

Si algo se nota en este blog, es que la música para mí lo cruza casi todo. Melómana incurable, no sólo las melodías que suenen a mi alrededor me afectan, sino que también con demasiada frecuencia casi cualquier tono, palabra, imagen, lectura o pensamiento termina disparando referencias a mi discoteca mental.

En ese sentido fue más que divertido conseguir un viejo libro de ensayos del musicólogo madrileño, Federico Sopeña Ibáñez (1917-1991), donde exploraba qué significaba la música para escritores, pensadores y pintores, a través de sus diarios personales.

La verdad es que, si bien se llama Música y Literatura, el volumen no me resultó tan interesante en sus referencias a escritores.

Me pareció risible y un tanto patético que, aunque en la contraportada se vendiera el análisis de Kafka, el ensayo trataba más bien de justificar la inexistencia de la música en el autor: "Ahora me toca explicar, en lo posible, el porqué de la ausencia de la música no ya en los diarios sino en la vida misma de Kafka", decía Sopeña, de la menuda tarea. Como que al crítico y monseñor también le hacía falta vender.

No obstante, los escritos sobre pintores me parecieron bastante más sugerentes y curiosos.

El libro me motivó a buscar el diario de Paul Klee –el “pintor músico”, lo llamaba él- y también a ver desde otro ángulo a Eugène Delacroix, a partir de la curiosa relación que tenía con Chopin y su veneración absoluta a la música, como lo demuestran estas palabras:

“Hablándome (Chopin) de música se ha reanimado. Le pregunto qué era lo que establecía la lógica en la música.

"Me ha hecho sentir lo que es la armonía y el contrapunto y cómo la fuga es algo así como la lógica pura en la música, y que ser sabio en la fuga es conocer el elemento de plena razón y de plena consecuencia en la música.

“Yo pensaba qué feliz sería sabiendo todo esto, que es la desolación de los músicos vulgares, y este sentimiento me ha dado una idea del placer que los sabios, dignos de tal nombre, encuentran en la ciencia. Es que la verdadera ciencia no es lo que se entiende ordinariamente con esa palabra, es decir, una parte del conocimiento diferente del arte.

“No: la ciencia considerada así, demostrada por un hombre como Chopin, es también arte. Y, a la inversa, el arte no es entonces lo que el vulgo cree, es decir, una especie de inspiración que viene de yo no sé dónde, que camina al azar y que no presenta más que el exterior pintoresco de las cosas. El arte es la misma razón ornada por el genio, pero siguiendo su camino necesario, contenido en leyes superiores”.

Asumamos, pues, la visión romántica por un rato, y ¡salud, por las leyes superiores del arte!

(Imágenes: "Ancient Sound" de Paul Klee y "Chopin" de Eugene Delacroix)

1 comentario:

Anónimo dijo...

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