martes, 4 de enero de 2011

Cuando Latinoamérica empezó a rockear
(Rock latino, nuevas músicas o músicas actuales de América Latina,
hacia una definición… o apreciación II)

Fue hacia la década de los noventa cuando el llamado ‘rock latino’ –o ‘rock en español’, ‘rock en tu idioma’ y otras etiquetas similares- comenzó a sonar internacionalmente, más que como género, como especie de ‘marca’ y también de ‘mercado’, evidenciados y en parte definidos por la aparición de MTV Latino y otros espacios especializados, así como de artículos tipo “Se habla Rock and roll? You Will Soon”, que publicó la revista Newsweek, dándole reconocimiento como sonido y movimiento, en el mismo lugar de génesis del rock and roll.

“Argentines, my God, they really understand rock and pop deeply”, decía Maribel Schumacher, líder del entonces llamado departamento ‘alterlatino’ de Warner Music. “It's the only Latin American country that has assimilated rock to the same extent as the Americans or the Brits. There's a maturity in their compositions that to me is telling of a people who've grown up with rock from day one”, remataba, sorprendida ante la contundencia de las agrupaciones como Los Fabulosos Cadillacs.



 
Su aproximación, aunque de buenas intenciones, evidenciaba cierto paternalismo y subestimación o, al menos, desubicación: América Latina tenía ya décadas cultivando el rock –los antecedentes nacionales datan de los cincuenta y sesenta-, y en ningún país, ni siquiera en Argentina –entre los primeros en cultivarlo de manera extensa, y con un acento alejado de lo que comúnmente se considera ‘latino’-, se asumía entonces exactamente como en Estados Unidos y Reino Unido.
 

No es mi intención aquí hacer apologías o detallar toda la historia del rock regional, pero sí resaltar, a partir de mis propias experiencias y encuentros –quizá el testimonio de cómo estos sonidos me conquistaron-, algunos elementos interesantes para la caracterización y apreciación del rock pop o, mejor, de las músicas populares contemporáneas hechas en Latinoamérica.
 

“We are sudamerican rockers” 

El rock and roll, ese hijo híbrido de nacionalidad estadounidense que en cierta medida definíamos en el anterior post, contagió al poco tiempo de su nacimiento a numerosos países de América Latina. Y enraizó no sólo por la propuesta estética y musical en sí –de la que hablaremos más ampliamente en próximas entregas-, sino también por un carácter irreverente y contestatario, que conectaría muy bien con los sectores juveniles que, cabe notar, en muchos países de la zona enfrentaban autocracias y militarismos o, al menos, fuertes conservadurismos y censuras a favor de la 'moral y las buenas costumbres'.

Quizá en ese sentido, fuera significativo que MTV Latino comenzara sus transmisiones con el video de la canción “We are sudamerican rockers”, de la agrupación chilena Los Prisioneros



Aunque al ser de los ochenta podía sonar un poco antiguo, el tema no sólo era simbólico por el discurso reivindicativo, una suerte de manifiesto en clave humorística. También resultaba ilustrativo de parte de la historia y carácter del rock latinoamericano, al tratarse de un grupo nacido en plena dictadura y censurado por años, como sucedió en varios países de la región.
 

Así, por ejemplo, si en Brasil se expulsó a Caetano Veloso, Gilberto Gil y demás líderes de la revolución cultural que significó el tropicalismo; en Argentina se persiguió, censuró y promovió el autoexilio de muchos músicos; así como en Chile se acabó con los estandartes de la Nueva Canción Chilena.
 

Por comentar un solo dato y seguramente de los menos pavorosos, la dictadura del recientemente condenado a doble cadena perpetua, José Rafael Videla y sus sucesores de la Junta Militar, tenía una lista de canciones prohibidas en la Argentina de finales de los setenta y principios de los ochenta, que incluía a Luis Alberto Spinetta, Victor Jara, Alfredo Zitarrosa, León Gieco y Astor Piazzola, entre muchos otros.

Raíz juvenil y contracultural

 
Frente a la ausencia de partidos políticos y otros actores sociales, que habían sido prohibidos o limitados en algunos de estos países de Suramérica, la juventud comenzó a ganar protagonismo no sólo en el ámbito estudiantil, sino también en lo social y lo político. Especialmente en Argentina, el llamado ‘rock nacional’ se asumió como fórmula de expresión y rechazo a las tradiciones y prácticas conservadoras, la represión y la doble moral, generándose importantes conflictos generacionales, que pusieron ‘bajo sospecha’ a todo joven pelo largo.


En un entorno así era de esperarse que músicos, como escritores y poetas, se entrenaran muy bien en eso de la creación de metáforas –tenían que medirse, además, con otros  géneros bastante poéticos como el tango- y que de ahí salieran grandes letristas como Luis Alberto Spinetta, Litto Nebbia o el Charly García de Serú Girán. Quizá fue gracias al buen ejercicio de la alegoría que este último nunca fue torturado o apresado, a pesar de ser interrogado muchas veces en comisaría, acerca del significado de canciones como "Los Dinosaurios", "Instituciones" o la "Canción de Alicia en el país".  



En ese sentido, Los Prisioneros, curtidos por las limitaciones para grabar y radiar sus temas en Chile -se dieron a conocer inicialmente a través de un cassette pirata-, lograron capturar en sus letras mucho de lo que pasaba a cierta juventud latinoamericana. Incluso se adelantaron al abordar problemáticas todavía vigentes: identidad, inmigración y postcolonialismo, en “Maldito sudaca” o “Latinoamérica es un pueblo al sur de los Estados Unidos”; procesos modernizadores chungos, individualismo y arribismo en “Por qué no se van” o “Lo Estamos pasando muy bien”.

Es esta línea de denuncia irónica y humorística, la que también puede verse en “Matador” y “Mal Bicho” de Los Fabulosos Cadillacs, o en “Sr. Cobranza” de la banda también argentina Bersuit



Y es que, aunque los procesos no se dieron en todos los países de la misma manera –Venezuela, por ejemplo, con una de las democracias más antiguas de la región, fue refugio de los sectores progresistas y de izquierda que huían del cono sur-, el elemento contracultural ha sido un factor clave en el afianzamiento del rock en América Latina.
 

Algunos músicos lo han asumido de manera explícita, a través de letras combativas y un compromiso social de mayor o menor intensidad. También en el norte y con diferentes estilos, bandas emblema como Cafe Tacuba de México, Desorden Público de Venezuela o más nuevas como Choq Quib Town de Colombia, entre muchísimos otros, han abordado el rock pop y derivados como hip hop, ska, reggae y electrónica, para hablar de diferentes realidades adversas, asumiendo una especie de compromiso local con resonancia global, en temas como racismo, corrupción, derechos humanos y ecología, entre otros. (Aquí hay un par de post que escribí antes de: Choc Quib Town: Hip hop afro-reinvindicativo y Desorden Público: Para degustar el mestizo ska caraqueño)


Sin embargo, cabe notar que en esos momentos de consolidación, el solo hecho de abrazar sonidos ajenos al establishment local, significaba una forma de combate. El rock internacional contenía, en ese sentido, importantes dosis de rebeldía –aun cuando al principio no se entendieran las letras-, especialmente al ser reabsorbido y adaptado de acuerdo con los fines, historias y sensibilidades locales, como veremos en algunas apropiaciones que comentaremos en la próxima entrega.

Desarrollar una estética propia es siempre prueba de que todavía se piensa, más allá de lo que quieran imponer los sectores de poder, e independientemente de que algunos sonidos sean mejor tolerados o finalmente absorbidos.  


Si bien la historia del rock en América Latina comenzó, como en otras partes del mundo, con covers de hits del rock and roll anglosajón, traducidos al español, pronto comenzaron los intentos locales por crear fórmulas originales, mediante la generación de atmósferas, la inclusión de instrumentos autóctonos, la incorporación y mestizaje con ritmos de origen folklórico y popular –lo que trataremos en el post "Rock mestizo o el surgimento del folklore urbano de Latinoamérica"- y, sobre todo, la atención a temas propios, inquietudes y angustias locales que han ido surgiendo, y que hoy se nos muestran como ‘universales’ al tocar la fibra humana e incitar nuestra vida sensual y emocional.



*Ésta es la segunda entrega de una serie sobre rock y músicas populares contemporáneas de América Latina, que consta de las siguientes entradas: 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante el artículo y la serie promete.
A mí me engancharon las canciones de Sui Generis, Serú Girán, León Gieco, o también Silvio y Pablo. Tenían compromiso y nobleza. Ahora, en tiempos de Shakira, extraño un poco el compromiso de esos artistas. Me suenan tan vacías la mayoría de las canciones…
Pablo

Jesús Nieves Montero dijo...

aparte de la erudición y el repaso detallado, te agradezco la guía de exploración musical pues hay algunos nombres que, sinceramente, no conozco, así que buscaré para culturizarme jejejejejeje

felicitaciones por el artículo

j

SUSANA FUNES dijo...

Gracias Pablo, qué bueno que te haya parecido interesante el artículo.
Comparto contigo el interés en los músicos que nombras. Sin embargo, no espero que la música ahora sea la misma; no creo que tengan mucho sentido varios de los discursos de entonces y, la verdad, es que me asustaría que se mantuvieran; a estas alturas sonarían como panfletos… o como un conglomerado de ingenuidades. Nuestras sociedades han cambiado, nuestras luchas y esperanzas también.
De todas maneras, no creo que todo sea “vacío”. Más allá de las super estrellas, existen grupos muy enfocados en sus letras, algunos también con denuncias, compromisos y reivindicaciones, sólo que los temas o las maneras han cambiado; hay otros que apuestan en otro sentido, más en la música, en el sonido, pero también se trata de sensibilidades y formas de expresión. Yo feliz de poder disfrutar de un montón de puntos de vista, de un montón de sensibilidades.

SUSANA FUNES dijo...

Estimadísimo Jesús, gracias por la felicitación.
Si mis referencias te sirven de alguna guía, será sólo una pequeña contrapartida por tantos ‘descubrimientos’ literarios y musicales que has compartido conmigo.
Salud por el intercambio