
Hablo de esas pequeñas paradas técnicas de un fin de semana o, mejor, dos o tres días entre semana, como para despegarse de jefes, clientes, empleados, familia y cuanta responsabilidad tenga uno, y dejar que todas las piezas vuelvan a su sitio o se dé alguna justa reinvención.
No soy grupera. Aunque en la universidad alguna vez me uní a la tediosa costumbre de irse a Margarita con un gentío y tener que aguantar las consecuencias de flirteos colectivos, siempre preferí las escapadas más íntimas: una amiga, una pareja o unos cuántos libros y discos, y listo.
Son días para el hemisferio derecho y los sentidos. Días para el sexo dedicado, si se está acompañado, y si no, días para la buena de lectura; para quedarse echado; para experimentar y degustar; para respirar llenando todos los pulmones; para caminar sin apuros; para conocer campesinos, pescadores, cocineros, posaderos y turistas extraños; para consentirse y dejarse consentir.
Investigando, pidiendo referencias o aventurándome de plano he identificando algunos rincones cercanos a Caracas que vale la pena explorar. Aquí presento tres de ellos:

No se puede decir que las playas aledañas sean las mejores o las más dóciles de Venezuela, pero las vistas son hermosas al combinar mar y montaña en un solo ambiente.
Para mí lo mejor es la atención y las instalaciones: 11 opciones de cómodo hospedaje, la mayoría con aire acondicionado –aunque a veces se va la luz-, áreas verdes y piscinas, incluyendo una pequeña de agua salada al borde del risco, mi preferida.
Los paquetes incluyen el desayuno y, en los almuerzos y cenas, a veces a uno le dejan hurgar en la cocina, para escoger el pescado que haya llegado más fresco.
El lugar es fresco, ventilado, con buena comida, atención, tranquilidad y privacidad. Las cabañas son cómodas, aunque el mobiliario es bastante modesto.
Cuenta con una playita cercana que se disfruta tanto bajo el agua, con equipo de snorkeling para ver los corales, como nadando o paseando sobre botes de pedales. Hay piscinas, muchas caminerías y jardines para internarse.
Entre sus mayores atractivos está un muellecito de donde aventurarse a lugares como las Islas Caracas y La Piscina, un muy acogedor comedor y una riquísima terraza, ambos con vista a una costa rocosa privada, perfecta para tomar algo, leer y relajarse.

Con comida preparada con esmero y buen gusto, atención cálida, extensos y muy cuidados jardines que rodean acogedores ambientes de estilo colonial, pero con todas las comodidades modernas, es una opción de primera clase a precios razonables.
Sin duda es la posada venezolana donde mejor he comido, disfrutando platos con personalidad a cargo de Karl Roldán Lucero: lomito al carbón en salsa de pimentón rostizado y quenelles de yuca, crema de hongos portobello con manto crocante de hojaldre, salmón con salsa de alcaparras con puré verde/rojo.

La experiencia cuenta, además, con pequeños detalles muy placenteros como merendar rodeado de un pequeño riachuelo; o despertar y conseguirse panecillos y café a la puerta de la cabaña.
Y esto es sólo el abreboca de unos desayunos domingueros memorables por frescura, sabor y abundancia -además de una magnífica vista-, ideales para cerrar un viaje hedonista.
3 comentarios:
sin duda a veces se necesita más que las páginas de un libro, que un instante a solas en casa, en esos momentos que son, como fito tan bien resume en su frase, de "llorar o salir a matar"...
salud por los paréntesis...
j.
Hola Susana te mando este video y la primicia de el nuevo reality de cocina saludos Tomas
Link para ver el video...
http://video.google.com/videoplay?docid=7067510954529817477&hl=es
Gracias, Tomás. Qué honor. Muy divertida la presentación. Felicidades por el programa. ¿Cuándo y por dónde será transmitido?
Salud por la incursión televisiva!
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