domingo, 9 de noviembre de 2008

Nicholas Payton Quartet en Barcelona: lo de menos fue su trompeta

Al verlo salir escondido debajo de un sombrerito, con el rostro inexpresivo, resultaba un poco extraño conectarse con ese grito de “everybody” que el líder del Nicholas Payton Quartet lanzó al empezar su concierto, ayer en Barcelona.

Los sonidos iniciales parecían querer evocar más su pedigrí festivo. Nacido en una familia de músicos, Nicholas Payton llegó a tocar en el histórico French Quartet en las fiestas de Mardi Grass, y dedicó parte de sus primeros discos a la música tradicional de su originaria Nueva Orleáns.

Pero el concierto cambió rápidamente de este principio -a mi juicio un tanto resbaladizo por la contradicción entre porte y sonido- a un tono bastante más melancólico, quizá más acorde con su último disco Into the blue (2008).

La velada formaba parte del ciclo ¡Trompetes!, del 40 Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona. Y no era de esperarse otra cosa. En sus inicios fue como trompetista que figuras como Wynton Marsalis lo apadrinaron, acogiéndolo finalmente en su banda.

Como tal, participó en la película Kansas City (1996) de Robert Altman; formó parte de la banda Jazz Machine de Elvin Jones; tocó con Ravi Coltrane, se fue de gira con la Jazz At Lincoln Center Orchestra; apareció con la Carnegie Hall Jazz Band en el Newport Jazz Festival All Stars; y ganó un Grammy como Best Jazz Instrumental Solo.

Lo curioso es que en la sesión de ayer, lo que menos brilló fueron sus dotes como trompetista, sin que eso significara –para nada- que haya sido un mal concierto.

En escenario se apareció con un cuarteto –y no con un quinteto, como grabó sus últimas placas- conformado por el bajista Vicente Archer, el baterista Marcus Gilmore y el percusionista Daniel Sadownick. Faltaba su otrora pianista, Kevin Hays, pero a cambio fue el propio Payton quien tomó el teclado.

Sujetando con la mano derecha su trompeta, cual si fuera parte natural de su cuerpo, con la izquierda fue tocando acordes en el teclado, que daban una atmósfera muy particular a cada una de las piezas.

El concierto fue evolucionado para transmitir desde las sutilezas del mar o del aire, hasta las más contundentes descargas. Sin protagonismos forzados, pero dando paso a lo que cada uno tenía para dar, los músicos fueron turnándose sus solos como es de esperarse, quizá con un performance un tanto frío, pero técnicamente afiatado y firme.

Especial mención merece el percusionista Daniel Sadownick –por cierto, el único blanco- quien realmente dejó sentir durante todo el concierto cómo la música realmente fluía por su cuerpo.

Hasta la rabia -y posterior ingenio- se pudo constatar al verlo manejarse frente a un platillo que se empeñaba en salir volando, sin que ningún roadie le echara una mano. Su solo fue para mí lo mejor de la noche, transportándome de una suave llovizna, a una tormenta brutal de beats, sin que la fuerza empañara nunca la expresividad. Habrá que seguirle la pista.

Haciendo balances, resultó interesante e impresionante ver con qué naturalidad Payton podía manejar ambos instrumentos; comprobar cómo la trompeta se ha vuelto como una extensión de su boca y cómo el cuarteto lograba, por momentos, unas atmósferas muy particulares, con asidero en la tradición pero de vuelo contemporáneo e intimista.

Sin embargo, dado sus antecedentes, extrañé ver más su performance como trompetista, como se lo ve en este video.



Quizá con mayor “delirio” en el instrumento, hubiesen encajado mejor las bromas del bis, cuando Payton aupaba al público a cantar de pie “Obama, Obama”. La audiencia, muy civilizada, sólo estuvo 15 segundos de pie.

(Si quieren saber más de su nuevo disco, aquí hay una nota interesante con los comentarios de Nicholas Payton sobre Into the blue)

4 comentarios:

Jesús Nieves Montero dijo...

me hiciste recordar el estupendo concierto con wynton marsalis en 2005 acá en caracas...

gracias por darnos sana envidia jajajajajajajaj

cariños

j.

SUSANA FUNES dijo...

Ja!
Yo también vi a Wynton en ese concierto. Lo disfruté muchísimo.
No pretendía dar envidia, pero bueh... al menos disfrutar y compartir lo que se pueda.
Un abrazo

El Público dijo...

MMMMmmmm
De jazz no me hablen, es como la danza, mientras más me hablan menos entiendo, pero a diferencia de esta el jazz me permite dormir o apasionarme.
Tu prosa, cada vez mejor y más fluida, sobre todo del percusionista -¿baterista?- en adelante.

SUSANA FUNES dijo...

Caramba qué honor tener a "el público" comentado por aquí y tan públicamente! Ja!
A mí el jazz me gusta, pero me fastidia un poco cuando se lo asume de manera demasiado intelectual; lo sientes o no, te gusta o no, como el vino.
Creo que el concierto a ti en particular te hubiera gustado por el percusionista -sí, percusionista, también había un baterista, pero era otro-. Fue la gran descarga y, más allá de la técnica, muy sentida.
Salud por la música compartida!