Negra, gitana, africana, andaluza. Buika es tan difícil de definir, como lo es etiquetar su voz y su música.
En los predios de los casinos Luxor, Harra's y Gold Coast de Las Vegas –donde se la veía para el año 2000– o en el Blue Note de la misma ciudad –donde fue invitada para un festival–, por su aspecto y la fuerza de su garganta bien podría confundirse con una de esas poderosas voces negras del jazz actual.
Pero ésa es sólo una muy limitada y equivocada aproximación a Concha Buika, a quien ni Joaquín Sabina resistió escribirle unos versos.
Nacida en Mayorca, pero de antepasados de Guinea Ecuatorial y una infancia gitana, es capaz de apropiarse y darle una dimensión muy personal a temas de Camarón, Morente y hasta a coplas que, como “Ojos verdes”, es difícil no recordar entonadas por los más grandes cantantes españoles. Y ésta es sólo una de sus caras.
No se trata de que pueda cantar un estándar de jazz y entonces un bolero, para después decantarse por una copla.
Es que su voz ronca y rasgada con deje gitano se transforma, se nutre y evoluciona con la potencia y brillantez negra. Es que se deja caer en la profundidad del soul, el swing del jazz y el tumbao del funk, para entonces reposar en el murmullo del bolero y luego resurgir, fluida y natural, en un viaje multirracial y multicultural sin turbulencias, ni baches.
Para terminar de confundir a los que pretendan encasillarla, antes de sus dos discos en solitario –Buika (2005) y Mi niña Lola (2006)– colaboraba con distintas producciones, entre las que destacan "Ombra" de La Fura dels Baus, o la banda sonora de la no muy taquillera película "Km. 0".
Y para quienes intenten rotularla como “producto para público adulto”, vale destacar sus intervenciones con grupos españoles de hip-hop, o sus primeros éxitos como compositora y arreglista en la escena house europea, con los temas "Ritmo para voçé", "Up to the sky" y "Loving you".
De su último disco –que en su reedición se acompaña de un DVD con 30 minutos de actuación en la cueva de “El Candela”– es difícil escoger un tema. “Mi niña Lola”, que abre y da nombre a la entrega, tiene una dulzura particular que encanta desde la primera puesta.
Otros temas de su autoría, como “A mi manera”, van gustando más en segundas escuchas, cuando se pueden apreciar mejor, no sólo su particular interpretación vocal, sino también el piano y los arreglos de cuerda de la propia Buika.
“Ay de mi primavera” impacta por su fuerza dramática flamenca, y hasta por un dejo de tango desgarrado, traspasado por armonías y contraritmo jazzístico.
Una nueva versión de “Jodida pero contenta” culmina el disco y vaya que serviría para cerrar un concierto… para presentar a los músicos –como el maravilloso guitarrista Niño Josele-, para dejarse atrapar por las descargas, el duende y la improvisación jazzística, y dejar a todos con ganas de más.
1 comentario:
sí, habrá que buscarla, pues...
salud!
j.
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