martes, 20 de abril de 2010

Covers que reinventan canciones

Cuando tengo que explicar la trascendencia del intérprete y cómo su ejecución puede cambiar del todo el carácter y valor de un tema, casi independiente de la composición, una prueba irrebatible es siempre la versión de Café Tacuba de “No controles”, la canción compuesta por Nacho Cano, que diera a conocer en Latinoamérica aquel grupillo mexicano Flans –en España lo haría Olé Olé.

Mientras que en las Flans  la rebeldía de la letra hacía… más que aguas, almíbar, entre los colores pastel y la coreografía –nunca mejor, la expresión de “fresa”-; los Café Tacuba se asen a las palabras, las suscriben y potencian desde el inicio, cuando un riff rockero da paso al contratiempo, a una síncopa que enloquece toda la tonada, entre la energía rock, la línea de bajo con ribetes tropicales, los constantes cambios de ritmos y tonos, la actitud punk y aquel fraseo desgañitado:


“No controles mi forma de pensar, porque es total y a todo el mundo gusto, porque no controles mi forma de actuar porque es total, y a todo el mundo gusto”… Efectivamente,  ahora y así, el tema sí es imposible “controlar” o clasificar, revelando mejor que nunca su esencia. 

Cuando se habla de los mejores covers de la historia se suele mencionar el “Twist and Shout” de The Beatles, la versión de “Cocaine” de Eric Clapton, o la interpretación de “Nothing Compares 2 U” de Sinead O'Connor. En sus ejecuciones y arreglos lograron apropiarse de tal manera de esos temas, que generalmente nadie se acuerda de quiénes fueron sus creadores e intérpretes primigenios.

Muchas veces ni siquiera  importa que sus autores fueran de por sí grandes maestros. Para la generación marcada por Cobain, por ejemplo, “The man who sold the world” será siempre de Nirvana, y no del gran Bowie; y según cuenta la chica de la esquina, “Nothing Compares 2 U” la compuso la O’Connor para su madre… “nada que ver con Prince, cómo se te ocurre”.


Esta mañana, no obstante, empecé a recordar otras versiones más recientes; quizá no tan célebres, pero sí capaces revertir o reinventar canciones.

Pensaba, sobre todo, en esos covers que se atreven a retomar obras originalmente ya magníficas y archiconocidas, y que, sin embargo, logran recuperar las esencias más vitales, o revelar matices que ni los propios autores habían alcanzado a ver, y que luego, al escucharlas, uno se da cuenta, sabe y siente, que siempre estuvieron allí agazapadas.    

En ese sentido me vino a la mente, por ejemplo, el cover de “Across the universe” de Fiona Apple. En 1998, cuando prácticamente no se conocía la versión limpia, sin coros ni orquesta, que grabó Lennon –y que se reveló finalmente en 2003 en el Let it Be Naked- Apple interpretó la pieza con una delicadeza bastante más conmovedora,  contundente y seguramente más cercana a los deseos de Lennon, que la del “muro de sonido” de Phil Spector.   


Como una buena traducción de un poema, como Borges traduciendo el Infierno de Dante, o Cortazar, los cuentos de Poe, un cover de una gran obra o con una insigne interpretación a cuestas, no puede tratar de transcribir acorde por acorde, de glosar palabra por palabra, de reproducir matiz por matiz. 

En la mayoría de los casos se trata más bien, como hacía Octavio Paz al interpretar un intraducible haikú, de captar el espíritu y traicionarlo para poder honrarlo.

Se trata de sentir la sensación, de dejarse capturar por la emoción que generó el verso -o el acorde- y apropiarse de ella, para luego intentar volver a provocarla; quizá en otro tono, quizá con otras palabras, sin duda con otra voz. Y no sólo por coloratura y tonalidad, sino también por ritmo y carácter; en suma, por voz interior.

Precisamente por recuperar o, más bien, reinventar esencias me llamaron la atención las versiones de Bowie que hiciera el brasileño Seu Jorge, en The Life Aquatic Studio Sessions (2005). Me resultaron notables, no sólo por verter las piezas en clave intimista, sencilla y cálida, sino también por la traducción al portugués.

Como hablábamos de Paz, Seu Jorge no trasladó palabra por palabra, sino que se dejó capturar por el tema, para luego devolverlo descarnado, como si estuviera emergiendo por primera vez, desnudo en el idioma y cariz del bossa.


Sutil e interesante me pareció también la visión que tuvo y logró transmitir José González del single de Massive Attack, “Teardrop”, en su disco In our nature (2007). Conservando el tono apesadumbrado, puso el acento en la guitarra y el dramatismo, por contraste, en la tranquilidad de la voz.



Más curiosa me resultó la versión de Cake del célebre “I Will Survive”. Ante la majestuosidad histórica de la interpretación de Gloria Gaynor, traicionar el tono y carácter era la mejor forma de regenerar el tema y hacerle honor.


Del lado Latinoamericano, en su momento me sorprendió mucho el cover de Jorge Drexler de “High and Dry” de Radiohead, en 12 Segundos De Oscuridad (2006).

Con su revés crudo y delicado, me hizo ver más claramente la riqueza melódica del tema; una riqueza que está presente en casi todos los singles de Radiohead, pero que a veces se nos puede traspapelar entre las capas de sonido de su fuerza rock apuntalada por la electrónica.



Hay covers que logran llevar, catapultar una composición a lo mejor que puede ser y dar. Y quizá para mí uno de los ejemplos más significativos en este sentido sea la versión que interpretara Soda Stereo –en su unplugged de 1996- del tema “Génesis” de la banda argentina Vox Dei, con el que cierro este post.

En este cover  –que increíblemente no se incluyó en el disco- el tema no sólo adquiere una fuerza irrefrenable, que bien podríamos calificar de telúrica o generativa, sino que también es la viva expresión de lo que podía llegar a ser –y fue- Soda Stereo.



No sólo está el tino y expresividad en la guitarra y la voz de Cerati, sino su originalidad y contundencia como agrupación, su peculiar fuerza rockera, síntesis del talento de cada uno –que en solitario nunca cuajó igual- y referencia absoluta de lo que es el sonido rock latinoamericano.

¿Qué otros covers que reinventan canciones recuerdan ustedes?

viernes, 2 de abril de 2010

Spiteri: disco pionero del rock fusión reeditado en Europa


“In search of the cool” dice el slogan de Vampisoul. Y esta vez lo encontró, según sus propias palabras, en este “mágico álbum que funde rock, soul y psicodelia con ritmos venezolanos”.
Efectivamente Spiteri o el disco de la culebra, como se le conoció por su carátula en la Venezuela de los setenta, álbum de culto e indiscutible pionero de lo que luego se denominaría rock fusión, acaba de ser reeditado para Europa por Vampisoul, en una entrega especial bilingüe, formato CD y vinilo.

Grabado en Londres por los hermanos Charles y Jorge Spiteri, junto con Joseíto Romero (ex Tsee Mud y Bacro), José Manuel Chema Arria (ex Los Claners y Sangre), Bernardo Ball (ex Los Impala), Rubén Micho Correa (ex Los Kings y Grupo Pan), más el británico Leonel Grigson, Spiteri fue lanzado como la respuesta británica a Santana, y sería un adelanto a lo que vendría en el próximo quinquenio: la fusión.

Considerado entre los 10 mejores discos de la historia del rock venezolano, fue recuperado inicialmente por la Fundación Festival Nuevas Bandas (FNB), en 2009, con su reedición en un CD histórico, que incluía, además de los temas originales de 1973, tracks de arqueología.

Ahí estaban demos, composiciones inéditas, o la voz del fallecido Charles Spiteri, emocionado por el rescate de las grabaciones perdidas; entre ellas, una versión de “I’m a Man” de Steve Winwood, registrada luego de la grabación del álbum, en la que se incorpora una sección de metales, el paso siguiente del grupo.

37 años después de su primera aparición, Vampisoul reproduce ahora el contenido sonoro que recopilara la FNB, incorporando en la edición de colección varios textos que reconstruyen la historia del grupo, como la nota de prensa de GM, el sello británico que los fichó, o el texto de la edición venezolana del lp, donde se hablaba de la diáspora del talento local y el nacimiento de un rock venezolano:

“Este es un LP que no p
uede, que no debe faltar en la discoteca de ningún joven venezolano porque en esta música están sus verdaderas raíces abiertas a lo internacional; y es que Charlie y Jorge Spiteri al buscar nuevos y más amplios horizontes en Londres, nunca pudieron y nunca quisieron dejar a un lado lo que con más propiedad les pertenecía: sus raíces musicales; “Campesina” y “Barlovento” son buena prueba de ello, en tus manos no solamente tienes un disco, sino un testimonio. Ha nacido el sonido Spiteri: el sonido rock de Venezuela”.

Destaca también, entre estos materiales, la crónica escrita por el presidente de la FNB, Félix Allueva, con las aventuras británicas en busca de la escena musical soñada, que le contara el propio Jorge Spiteri –no sin toques de mitología, que también lo escuchamos-, donde no faltan ni los trabajos temporales como lavaplatos, ni los encuentros o toques con sus héroes musicales, como Steve Winwood, Noel Redding, Paul McCartney, Rod Stewart o Bob Marley.

“Se dice que Jorge llegó a la capital de la Gran Bretaña con sólo 100 dólares (…). En estas circunstancias fue mesonero, lavaplatos, aprendiz de inglés, estudiante de cine y músico. En esa época tuvo la oportunidad de conocer a dos de los grandes de la llamada “invasión británica”, el boom musical inglés de la segunda mitad de los 60: George Fame y Alan Price, teclista de The Animals. Fame y Price acababan de editar el álbum Fame & Price Together, cuando Jorge Spiteri logró montarse en el escenario con ellos y realizar improvisaciones. Una cosa llevó a la otra y Jorge conoció también a Mervin Muff Winwood, hermano del super star británico Stevie Winwood, quien terminó de vincularlo a la movida musical londinense”.


Empapado así por el underground inglés y el sonido de tales personajes, Jorge Spiteri apuntaba en sus composiciones y arreglos a una peculiar experimentación donde, paseándose del inglés al español, se confundían folklore venezolano, elementos afrocaribeños, hard rock, funk y soul, con baladas cargadas de bolero.

Notabilísimos resultaban en ese sentido los temas “Campesina”, el gran éxito en su momento, o la versión de “Barlovento”, que quedó más agazapada. Contundentes riffs de guitarra, fraseos de flauta y vuelos de psicodelia, se unían de forma hábil y chispeante con percusión afrocaribeña y otros elementos autóctonos de nada obvia combinación, como puede ser el joropo, o ciertos toques de tambor de la costa venezolana.



GM, el sello que los descubriera mientras se presentaban en el famoso Marquee de Londres, apostó por promoverlos como la respuesta británica al “sonido Santana”. Sin embargo, las leyes que protegían a los artistas locales, exigiendo una igual “cuota” de músicos ingleses para tocar y grabar, impidió que actuaran con la frecuencia necesaria. Limitados a realizar presentaciones ilegales, casi clandestinas, y a vender el álbum sólo en determinadas tiendas, ya para 1974 la banda se separa, dejando sólo un extraordinario LP, un single de edición venezolana y un álbum de coleccionista para el mercado anglosajón.

En momentos cuando lo latino y la fusión se presentan como lo cool, pero quedando muchas veces caricaturizados, reducidos en el mainstream a unos banales toquecitos de clave, o grititos vocativos tipo “caliente”, en propuestas a las que se le ven por todos lados las costuras, esta grabación bien puede mostrar, desde la prehistoria, a qué llamamos hibridación.

Más allá de disculpas por mi temporal ausencia –siento el tiempo transcurrido-, sirva, pues, esta nota para que mis lectores, los arqueólogos de la música actual, mis colegas españoles y todo amante de la psicodelia, puedan ver cuán innovadora fue y cuán fresca sigue siendo la propuesta de rock, funk y psicodelia de estos venezolanos.

Eso sí, para los nostálgicos de la característica culebra, hay que aclarar que la reedición europea cambió el diseño original, por una foto intervenida de la sesión que se hizo en Londres, en 1972, para el lanzamiento. Histórica sin duda, pero no tan psicodélica.

A los que se enganchen les cuento también que hay una posibilidad de disfrutarlo en vivo: Jorge ha vuelto a Londres y se encuentra ahora tocando con éxito en una reversión de la banda.