miércoles, 16 de mayo de 2007

Un Jesucristo Superestrella digno con detalles

Cuando supe que Producciones Palo de Agua iba montar Jesucristo Superestrella en Caracas no sabía si alegrarme o asustarme ante una muy posible desilusión.

Claramente no podía sonar tan innovadora como en los setenta, cuando en una versión hippie revolucionaria de los últimos días de Jesucristo, mezcló evangelio con temas contemporáneos, al son de música sinfónica, atravesada por rock, soul y gospel.

Mi expectativa no era que me sorprendieran. Lo que me asustaba era que voces venezolanas pudieran superar la magnitud del reto.

La obra creada por los entonces veinteañeros Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, no sólo tiene la complejidad de unir la orquestación sinfónica con la energía de un riff de guitarra eléctrica y voces que se pasean de la lírica al gospel, del soul al rock.

La visión actualizada del evangelio de Jesucristo Superestrella exige también una amplitud de registros y tesituras vocales muy difíciles de conseguir, sobre todo si además debían contar con dotes histriónicas y coreográficas.

Pocas veces en el país se ven espectáculos de tal magnitud y ambición. Y el esfuerzo llevando a escena a un elenco de más de 40 aristas, todos venezolanos y de antecedentes diversos –desde el antiguo rockero Luke Grande, hasta Cayito Aponte, pasando por Karina o figuras emergentes como Johnny Sigal- acompañados de la Orquesta Sinfónica Municipal, tuvo un resultado digno e interesante en su estreno en el Aula Magna de la UCV.

Sin embargo, diluidos los aplausos y el entusiasmo del primer día hay que enfocarse en los detalles, que permitan madurar esfuerzos. Y aquí es imperativo señalar que problemas de sonido y ciertas deficiencias de vestuario enturbiaron la puesta.

El tamaño del reto

A diferencia de otros montajes basados en el texto, como Los Navegaos –la anterior entrega de esta productora-, en Jesucristo… cada carácter debe mostrarse en voz.

La mayoría de los personajes, empezando por Jesús y Judas, ostentan líneas difíciles con escalas extremas e inusuales para revelar sus respectivas personalidades.

Ante tamaño reto, en el estreno hasta el veterano Cayito Aponte sintió sus limitaciones encarnando a un Caifás, de tonos bajos y profundos que -hay que aclarar-, en la lírica venezolana siempre han escaseado.

Luke Grande, aunque tuvo sus momentos mejor logrados, encarnando a un Judas atormentado con energía rockera –como su última aparición, ya redimido a ritmo de soul-, también sucumbió en algunas ocasiones ante lo agudo de varias de sus líneas.

La voz de Johny Sigal, menos conocida, resultó la gran sorpresa: potente y dramática por momentos, o dulce y melodiosa, según lo ameritara su papel. Las complicadas disonancias, cambios de tesituras y agudos extremos de su solo de Getsemaní, sonaron tan solventes, como las acarameladas y reconfortantes melodías –las más cómodas en la partitura- de María Magdalena, interpretada por Karina.

Problemas de sonido y vestuario

Sin embargo, los meritorios esfuerzos interpretativos se vieron trastocados por problemas de sonido, como feedbacks y fallas en micrófonos, graves al tratarse de un musical.

Los actores-cantantes supieron sortear las dificultades sin distraerse y hasta buscando alternativas, como cuando Grande –quizá gracias a su veteranía tocando en bares y lugares con limitaciones de sonido, con su antiguo grupo de rock- levantó el micrófono para controlar el feedback.

Lamentablemente los fallos se hicieron evidentes en las piezas colectivas, impidiendo que las sutilezas del “diálogo” entre la orquesta y el ensamble de voces de los seguidores de Jesús, por ejemplo, pudieran apreciarse plenamente.

En términos de escenografía y vestuario, resultó interesante la puesta minimalista e intemporal donde soldados romanos lucen como agentes antiterrorismo, y el águila romana en las banderas, dan la misma sensación que las esvásticas del Fürer.

Parte del vestuario se notó cuidado al detalle, como el traje afeminado de Herodes, el sencillo pero funcional de Jesús, o los más modernos de Judas, en cuero ladrillo y blanco. No obstante, María Magdalena no convencía como prostituta pobre redimida, en esos ropajes fucsia de odalisca.

Y aunque la idea de actualizar el mercado en el templo,
haciéndolo parecer un nido de buhoneros, podía resultar verosímil, la mercancía de utilería parecía más bien de un sketch de un programa cómico y barato de televisión.

Otra sonrisa fuera de lugar pudiera haber provocado el manejo que los actores hicieron de las armas, cuando uno de los seguidores de Jesús propuso radicalizar la revolución. La forma torpe como las sostenían, sin saber si apuntarse, jugar o apoyarse, le quitó todo dramatismo y credibilidad a la escena.

La obra, pues, tiene sus detalles, algunos más graves que otros. Sin embargo, vale la pena ir a verla. Estará en el Aula Magna de la UCV hasta el domingo 27 de mayo. Y, según me contaron, los problemas de sonido del estreno ya fueron superados. ¡Amén!

sábado, 12 de mayo de 2007

Catando nuevos narradores… y promotores: Héctor Torres

Por cuestiones de tiempo y espacio no pude incluir formalmente en el reportaje Venezuela descubre nuevas voces narrativas, publicado en el diario El Mundo el 23 de abril, las respuestas que Héctor Torres dio a mi encuesta entre autores noveles.

Sin embargo, sin su apoyo y orientación como promotor y compilador de las nuevas letras venezolanas, a través de Ficcion Breve y la Semana de la Narrativa Urbana, hubiera sido muy difícil concretar la entrega.

Sé que muchas de sus posiciones y observaciones sí pudieron colarse en mi reporte. Pero, dada su experiencia y pasión catando nuevas voces, creo que sus palabras pueden ser perfectas para cerrar esta serie.

He aquí, pues, la entrevistilla al novel escritor y promotor tenaz, con mi gratitud adosada. ¡Salud!

Héctor Torres (1968)
En librerías: Las voces secretas (Antología de Alfaguara) y, próximamente, El amor en tres platos (Editorial Equinoccio).
En Internet: Ficción Caracas
Reconocimientos: Dos menciones en el Concurso de Cuentos de SACVEN

-¿Consideras que actualmente existe en realidad una propuesta diferenciada de nuevas voces narrativas?
-No creo que exista una propuesta unificada como resultado de algún manifiesto estético. No existen, de hecho, movimientos literarios en la actualidad. Lo que sí considero es que las tendencias espontáneas marcan siempre a cada generación. Los narradores de esta generación escriben, sin ninguna duda, distinto a los de generaciones anteriores y, en cierto modo, con rasgos comunes.

Los "héroes literarios de moda", las realidades circunstanciales, las tendencias estéticas -incluso, las convicciones en torno a la historia de nuestra literatura- producen una textura, una especie de lectura de la realidad que podría ser definible en ciertos elementos comunes.

-Si es así, ¿qué distingue a estas nuevas voces?
-Sus características no nacen de ciertos dogmas o convicciones reunidas en manifiestos ni movimientos, pero creo que las voces contemporáneas tienen efectivamente ciertos rasgos comunes. Uno de los más significativos es que no reniegan de la tradición de la que forman parte.

Que Federico Vegas, en el Falke, reivindique a Rómulo Gallegos; que muchos escritores jóvenes admitan entre sus influencias a Francisco Masianni y a Eduardo Liendo, por mencionar a algunos; que Ana Teresa Torres, José Pulido, Victoria de Stefano sean leídos y discutidos por los nuevos creadores, son señales inequívocas y positivas de que se reconocen como parte de una historia.

Otro rasgo interesante es que la narrativa venezolana, que en un tiempo centró su atención en el campo y luego dio un giro radical hacia parajes lejanos y exóticos, tiene un tiempo usando a Caracas como locación de sus historias, como foco de sus preocupaciones.

Otras características comunes vienen dadas por ciertas tendencias estéticas, realidades históricas y circunstancias varias; como el hecho de que vivimos en tiempos sumamente visuales, violentos e incrédulos.

-En tu caso particular, ¿cuáles son tus búsquedas, tus estéticas? ¿Cómo podrías definir o caracterizar tu obra?
En mi caso, y creo que será el caso de muchos autores en formación, he pasado por varias búsquedas, motivadas por los propios períodos de mi vida y por las lecturas que, en cada época, me han ido formando.

En la actualidad, mis asombros lo producen los aspectos más invisibles de la vida cotidiana, buscar una mirada todo lo novedosa que se pueda sobre las cosas que están allí y que a veces ignoramos, como el deseo, el paso del tiempo, la locura de un ser querido y las angustias que agotan y enajenan al común de las personas, en su día a día.

-¿Cuáles crees son las principales barreras para desarrollarse como escritor?
Las principales son, en muchos casos, internas. Como en ninguna parte te dan una acreditación como escritor, ni existe algún hecho unificado que te certifique en el oficio, el de escritor es un destino que se impone. La falta de convicción de ese destino, de resistencia ante la adversidad, de capacidad de trabajo, son algunos de los principales enemigos del escritor en ciernes. Y la causa de que muchas vocaciones se queden en el camino.

John Gardner asegura que el novelista tiene alma de campesino, por eso de la tozudez y la capacidad de aguante frente a las adversidades. Las barreras que se desprenden de la ausencia de una infraestructura de apoyo y de políticas gubernamentales, son posteriores a esto y siempre podrán ser vencidas con la voluntad adecuada.

-¿Crees que las editoriales están abiertas a las nuevas voces?
-Las primeras que apuestan con riesgo son las editoriales pequeñas. Son las que tienen menos que perder. Cuando el asunto prende y comienza a dar beneficios, a cuesta del riesgo de las pequeñas editoriales, las grandes suelen sumarse. Así funciona con todo y, de alguna manera, tiene su explicación. El autor tiene que ganar espacios para ir haciéndose de escenarios de mayor alcance. Después de todo, en ninguna parte editar es fácil.

La dificultad adicional que tiene Venezuela es que las casas matrices de las editoriales extranjeras con sede en nuestro país, nos han visto durante muchos años como un mercado y no como una veta. Queda de los autores hacerles cambiar esa perspectiva. Y, de hecho, está ocurriendo. Una muestra de ello, es la edición de las últimas obras de Planeta en Venezuela (Puntos de sutura, de Oscar Marcano, por ejemplo), las cuales se están distribuyendo en otros países de la región. Eso va abriendo espacio a otros autores.

-¿Y la crítica?
-En Venezuela hay poca crítica, pero la poca que hay ha estado muy pendiente del acontecer de las nuevas voces. Sé que reconocidos estudiosos de nuestras letras leen los libros que les mandan, indistintamente de que no sean autores conocidos. O asisten a eventos como la Nueva Narrativa Urbana, porque están atentos a lo que está por suceder.

-Las editoriales últimamente han publicado muchas obras venezolanas, pero dedicadas a ensayos y grandes reportajes ¿Crees que hay posibilidades para el autor de ficción?
-Sí, claro. En estos últimos dos años se han publicado cerca de una docena de primeras novelas. Editoriales como Mondadori han editado más de diez libros en estos últimos años. Igual ímpetu está mostrando Equinoccio. Y los libros que salen del Concurso de Autores Inéditos de Monte Ávila. La poesía sí tiene más dificultades para publicar, y sin embargo tiene sus escenarios en los que es posible alcanzar la publicación.

-¿Cuáles serían tus expectativas y necesidades para desarrollarte como escritor?
Las expectativas son, me parece, las naturales a todo escritor: ser leído. Y si uno puede lograr que un mayor número de personas lo lean, creo que se acerca cada vez más a lo que aspira. No creo en autores que escriben para la gaveta. Hay en eso más un mecanismo de protección que una convicción.

-Recopilaciones de nuevas voces o encuentros como la Semana de la Narrativa -donde participas directamente como organizador-, a veces unen autores de distintas generaciones, a veces no tan nuevos y muy distintos. ¿Qué consideras positivo y negativo de estas iniciativas? ¿Qué sugerencias harías para mejorarlas?
-De positivo todo. Cualquier foro o espacio de encuentro y de proyección es una buena noticia en sí. Con las antologías siempre suele quedar gente descontenta. Es normal que los que estén fuera se sientan mal. Esto también parte de una idea, acaso inocente, de que las antologías legitiman o totalizan la literatura de un momento.

Las antologías no son más que libros hechos con las limitaciones de información del autor y del editor. En ellas hasta pueden privar los prejuicios y las supersticiones de los mismos. No aparecer en una antología sólo indica que no se coincidió con esos parámetros. No se debería dar más importancia que eso. Ahora, eventos como la Semana de la Narrativa, pudiesen ser más vistosos si se pudiese tener recursos para movilizar autores de las regiones. Pero, más recursos suponen más compromisos y más restricciones. Por tanto, después de todo están bien así.

-Hablando en términos de acto creativo, ¿cuál crees ha sido tu mayor acierto y tu mayor error?
-Los errores viven en una franca competencia por superarse permanentemente. He allí el indicativo de que se está creciendo. Cada cuento, cada versión de una novela, da cuenta de una serie de errores imperdonables que van dejando sus enseñanzas. Incluso publicadas las obras, se tropieza el autor con errores que ponen a prueba la vocación de escritor. Es el motivo por el cual muchos autores no leen sus obras publicadas. En cuanto a aciertos, como soy un optimista irremediable, sé que el mayor acierto, el mejor momento, siempre está por venir.

-¿De qué viven las nuevas voces?
-Como ahora los diplomáticos son militares, pues ahora los autores no pueden ser diplomáticos, que era un oficio perfecto para escribir. Los autores trabajan duro en sus oficios, o los mantienen sus esposas, o pasan hambre. Esas dificultades y esa resolución de mantenerse en el oficio, producirán una generación de buenos escritores.

-¿Cuál crees será el futuro de las nuevas voces?
-De las nuevas voces se puede esperar mucho. Pero, como le respondí a Rafael Osío Cabrices –en El Librero-, la literatura se riñe con las matemáticas. El momento es oportuno. Hay editoriales que publican a nuestros autores, hay lectores, las librerías ya no relegan nuestros libros a los anaqueles más oscuros, el público asiste entusiasta a los eventos, los mayores están atentos a los que vienen detrás, hay nuevos espacios para la formación, los blogs y los sitios web están sustituyendo a la ausencia de espacios en la prensa escrita, nuestros autores comienzan a tener reconocimiento fuera de nuestras fronteras… Todo está tan a favor que, como la vida gusta de las ironías, puede que no ocurra nada. Sin embargo, hasta que no termine sucediendo lo contrario, se puede esperar mucho de nuestras letras en los próximos veinte años.

jueves, 10 de mayo de 2007

Catando nuevos narradores: Salvador Fleján

Foto: Héctor Castillo

Salvador Fleján (1966)
En librerías: Intriga en el CarWash (Mondadori), De la urbe para el orbe (Antología de Alfa), Las voces secretas (Antología de Alfaguara)
En Internet: T.V. Confidencial
Reconocimientos: Primer premio en el Concurso Nacional de Cuentos SACVEN, 2003; mención de honor Primer Concurso de la Bienal de Literatura Colombo-Venezolana; premio único en el Concurso Nacional de Cuentos de FUNDALITA, 2004.

-¿Consideras que actualmente existe en realidad una propuesta diferenciada de nuevas voces narrativas?
-Hablar de “boom” con respecto a la nueva narrativa venezolana me parece un poco exagerado. Pienso que lo que ha habido es una suerte de apertura editorial como nunca antes en nuestro país. Ahora, si bien es cierto que en los dos últimos años se ha publicado muchísimo, no es menos cierto que cantidad no implica necesariamente calidad. Pero volviendo al tema central, considero que en la actualidad vivimos un momento especial para quien desee editar sus trabajos. Ya se encargará el tiempo de decantar cuál propuesta tuvo validez o no.

-Si es así, ¿qué distingue a estas nuevas voces?
-Ahorita hay jóvenes que no alcanzan la treintena que escriben con una madurez sorprendente. Rodrigo Blanco Calderón, Carlos Ávila y Enza García Arreaza son nombres que darán mucho de que hablar en los próximos años. Son voces de una estética particularísima y con cosas importantes que decir. Tienen bien claro sus proyectos narrativos y la manera como plasmarlos. Hay otros escritores que trabajan en silencio y que poco a poco irán mostrando sus propuestas.
Lo más visible de estas nuevas voces es que le han declarado la guerra al fastidio, a la grandilocuencia y a la pedantería vacua que caracterizaba al escritor venezolano de viejo cuño. Por escritores como (José) Balza, (Luis) Britto García o (Rafael) Arráiz Lucca fuimos el hazmerreír del continente por muchos años.

-En tu caso particular, ¿cuáles son tus búsquedas, tus estéticas? ¿Cómo podrías definir o caracterizar tu obra?
-Lo que trato de hacer con mi trabajo es entretener al lector. No deseo dar lecciones morales, ni educar y mucho menos dormirlos. La intención de mi narrativa, si es que la hay, es introducir al lector en mi vértigo personal, en mi visión de las cosas. Contarle cosas interesantes y cercanas. Mi proyecto literario es bastante sencillo. La verdad es que no me propongo salvar al mundo con mis relatos.

-¿Cuáles crees son las principales barreras para desarrollarse como escritor?
La principal barrera con la que se encuentra el escritor venezolano es la de querer ser escritor sin escribir. Parecerá un chiste, pero es así. Acá hay personas que codician el “brillo” y el prestigio del escritor pero no están dispuestos pagar la cuota de sacrificio que eso conlleva. A mí me dan mucha gracia esas señoras de la tercera edad que se te presentan en una fiesta como “escritoras”. Pareciera que ser escritor ha tomado el puesto de falso prestigio que en los ochenta tuvo el ser abogado.

-¿Crees que las editoriales están abiertas a las nuevas voces?
-Como creo haberte dicho antes: quien no publique ahora se arrepentirá para toda su vida.

-¿De qué viven las nuevas voces?
-En la actualidad soy jefe de redacción de una revista de bodas. De eso vivo aparte de trabajos de edición que hago free lance.

-¿En qué estás trabajando actualmente?
En la actualidad trabajo en un segundo libro de relatos cuyo tema es la televisión y en una novela sobre un venezolano que combatió en la Guerra del Golfo.

-¿Cuál crees será el futuro de las nuevas voces?
-El futuro de las nuevas voces es, sin duda, muy promisorio.
[Entrevista realizada como parte de mi investigación para el reportaje Venezuela descubre nuevas voces narrativas, publicado en el diario El Mundo el 23 de abril.]

miércoles, 9 de mayo de 2007

Catando nuevos narradores: Rodrigo Blanco Calderón


Rodrigo Blanco Calderón (1981)
En librerías: Una larga fila de hombres (Monteávila Editores), De la urbe para el orbe (Antología de Alfa).
Reconocimientos: Ganador del Concurso para Autores Inéditos de Monte Ávila Editores, 2005; ganador del Concurso de Cuentos del diario El Nacional, 2006; receptor de menciones en los concursos de SACVEN y la Unión Latina.

-¿Consideras que actualmente existe en realidad una propuesta diferenciada de nuevas voces narrativas?
Habría que precisar qué se quiere decir con “una propuesta diferenciada de nuevas voces”. ¿Diferenciada entre sí como conjunto o diferenciada con respecto a las “propuestas” narrativas de décadas anteriores?

-Si es así, ¿qué distingue a estas nuevas voces?
-El rasgo más distintivo de este conjunto de nuevos narradores ha sido señalado en varias oportunidades: la recuperación de la anécdota. Tanto los cuentistas como los novelistas venezolanos contemporáneos hacen de la historia y la trama su principal preocupación. Quizás haya que preguntarse, más bien, por qué en algunos períodos de nuestra historia literaria los narradores le han dado la espalda a la anécdota…y a los lectores.

-En tu caso particular, ¿cuáles son tus búsquedas, tus estéticas? ¿Cómo podrías definir o caracterizar tu obra?
-Sólo tengo un libro publicado y, por lo tanto, hablar en mi caso de “obra” es excesivo. En todo caso, no sé y no me interesa mucho definirla. Mis búsquedas son las de cualquier narrador: yo busco una buena historia para contarla. Una historia que atrape de principio a fin al lector. Las coordenadas estéticas me las dan mis autores favoritos, a los que uno, consciente o inconscientemente, está siempre mandándoles cartas: Ricardo Piglia, Fernando Vallejo, Roberto Bolaño, (Francisco) Massiani, (Rómulo) Gallegos, (Mario) Vargas Llosa y un largo etcétera.

-¿Cuáles crees son las principales barreras para desarrollarse como escritor?
-La barrera principal de un escritor, sea exitoso o fracasado, siempre es la misma, me parece: el lenguaje. Escribir es tratar de domesticar un monstruo que lo termina dominando a uno. Un monstruo que tiene tantas cabezas como palabras existen en el mundo. Hay, por supuesto, barreras más concretas como el aspecto laboral y económico. Los escritores deben robar parte de su vida diurna y utilitaria para poder escribir sus historias. Pero creo que aún teniendo todo el tiempo del mundo para escribir, la dificultad principal permanece intacta: el lenguaje.

-¿Crees que las editoriales están abiertas a las nuevas voces?
-Sí.

-¿Y la crítica?
-Creo que la crítica literaria no está abierta ni a las nuevas voces ni a las ya conocidas. No obstante, antes de echarle ese muerto a los críticos creo que habría que interpelar, en primer lugar, a los periódicos. Los periódicos venezolanos se han dedicado, con una constancia envidiable, a eliminar todos los espacios de discusión, difusión y ponderación de la literatura. Los han recortado poco a poco, pero de manera inflexible.

-Las editoriales últimamente han publicado muchas obras venezolanas, pero dedicadas a ensayos y grandes reportajes ¿Crees que hay posibilidades para el autor de ficción?
-No estoy de acuerdo con esa afirmación. ¿De dónde sacan eso de que aquí se privilegia el ensayo sobre la ficción? Con respecto a lo otro, sí creo que los narradores venezolanos tienen en este momento muchas más oportunidades de publicar sus libros que en décadas anteriores. La lucha tiene que ser ahora por lograr que nuestros libros brinquen la frontera y salgan al encuentro de los lectores de otros países. Esa es una tarea pendiente de las editoriales.

-¿Cuáles serían tus expectativas y necesidades para desarrollarte como escritor?
-Me gustaría que no me abandonara nunca la necesidad de escribir. Mientras sienta siempre ese impulso, está bien. La expectativa es que ojalá se mantenga este nivel de producción escritural y editorial, y que las editoriales refuercen el espaldarazo que ya nos están dando, promoviendo nuestra literatura en otros países.

-Recopilaciones de nuevas voces o encuentros como la Semana de la Narrativa a veces unen autores de distintas generaciones, a veces no tan nuevos y muy distintos. ¿Qué consideras positivo y negativo de estas iniciativas? ¿Qué sugerencias harías para mejorarlas?
-La verdad es que me pongo a pensar y no encuentro nada negativo en estas actividades. Creo que todo, en este sentido, es ganancia.

-Hablando en términos de acto creativo, ¿cuál crees ha sido tu mayor acierto y tu mayor error?
-Escribir.

-¿De qué viven las nuevas voces?
-Del tigreo en el mundo editorial. Artículos en publicaciones arbitradas, reseñas en revistas y periódicos, haciendo de corrector de algunas editoriales, leyendo bodrios o cosas magníficas para recomendar o no recomendar su publicación, y así. Por lo menos ése es mi caso.
-¿En qué estás trabajando actualmente?
-Desde hace casi tres años mi trabajo fijo es ser profesor universitario. Doy clases en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, que es igual a formar parte de la Cruz Roja o de un cuerpo de voluntarios: es algo que se hace por pura pasión...es, de hecho, como una versión actual de la Pasión. Uno atraviesa un calvario burocrático que te llama a desistir y uno solo continua, como el Cristo, por pura convicción.
-¿Cuál crees será el futuro de las nuevas voces?
-No sé. Muchas veces pienso en eso, en los 3 ó 4 escritores que sé que pueden darle a nuestra literatura grandes obras en unos pocos años. Pienso en eso y me da vértigo la posibilidad de que en realidad suceda. No sé cómo explicarlo.

[Entrevista realizada como parte de mi investigación para el reportaje Venezuela descubre nuevas voces narrativas, publicado en el diario El Mundo el 23 de abril.]

lunes, 7 de mayo de 2007

Catando nuevos narradores: Jesús Nieves Montero

Foto: Joaquín Ferrer

Jesús Nieves Montero (1977)
En librerías: De la urbe para el orbe (Antología de Alfa), Juegos de amor / Juegos de memoria (Pegaso Ediciones / Comala), Juegos de perdón (Comala), Últimos juegos (Comala).
En Internet: Vivir es cuestión de método
Reconocimientos: Mención especial Concurso de Autores Inéditos de Monte Ávila Editores; Segundo lugar del Premio Latinoamericano de Literatura Joven Dupont-M.E.E.T; Primer lugar en el Premio Internacional de Narrativa de The Cove / Rincón y Pegaso Ediciones.

-¿Consideras que actualmente existe en realidad una propuesta diferenciada de nuevas voces narrativas?
-Yo diría que puede que la haya, y también hay un interés renovado en saber quiénes son estas personas y qué escriben. Pero no me parece que haya algo inherentemente nuevo porque esos entusiasmos espasmódicos son parte de nuestra cultura. Esto me recuerda aquella frase que utilizaba la profesora del IESA, Janeth Kelly, para hablar de la cultura del operativo: al venezolano no le gusta seguir un cauce normal, sino que en una jornada maratónica, seguramente con mucha cola y sol, uno haga su trámite. Siento que las que han sido nuestras "nuevas narrativas" han tenido su operativo en algún momento y hay como embriaguez de nuevos narradores. Esperemos que esta vez trascendamos el operativo.

-Si es así, ¿qué distingue a estas nuevas voces?
-Me dolió mucho escuchar a Sergio Pitol, durante un taller de novela organizado por la Fundación Atempo en el año 2001, decir que lo que recordaba de los escritores venezolanos de una experiencia en 1985, en un taller con escritores de toda Latinoamérica, era que eran de lecturas pobres; que habían leído poco la gran tradición de lengua castellana, cambiándola por malas traducciones de autores sajones. Había escritores consagrados en esa sala y nadie replicó.

Siento que los escritores hoy tenemos un nivel de lectura particularmente bueno para nuestras edades y, sobre todo, un respecto por la tradición literaria. No digo que otras generaciones no hayan tenido grandes escritores/lectores sino que siento de los últimos años esta camada destaca. Tú ves a Rodrigo Blanco Calderón y, según me parece, puedes poner en duda cualquier cosa de su obra, te puede gustar o no gustar, pero sería mentiroso o muy mezquino si le niegas su sólida formación literaria.

-En tu caso particular, ¿cuáles son tus búsquedas, tus estéticas? ¿Cómo podrías definir o caracterizar tu obra?
-Desde mi segundo libro de relatos, Juegos de perdón, hay una vocación por conectar con lo humano, mientras dejo de lado, me voy deslastrando de malabarismos. Pocas veces me interesan personajes por sí mismos, me interesa el vínculo que los une al mundo, a los referentes que tiene. Como mejor dijo Kundera, la ficción para mí o, más específicamente el personaje, es un ego experimental que ofrece una manera diferente de explorar la realidad. Como es embarazoso lo de definir mi obra y, como dice Guillermo Carrasco, hablar sobre lo propio es como desnudarse, resumiré diciendo que mis libros y todo lo que escribo es un pequeño laboratorio portátil de humanidad y lenguaje.

-¿Cuáles crees son las principales barreras para desarrollarse como escritor?
-No ayuda mucha el desprestigio social que tiene la profesión de escritor. En otros países que he visitado, siento que el escritor no será el máximo exponente de la genética, pero, como dice una canción de Fito (Páez), es una profesión con garbo, con swing, con charm. La gente sabe que el escritor es candidato a enloquecer o morir de hambre, pero le tiene cierto respeto. Acá eso es raro.
La falta de sistematización en la formación tampoco ayuda. Uno tiene que ir concatenando con talleres, cátedras en escuelas de letras, tertulias y libros.

También afecta la falta de estímulo económico a través de asignaciones transparentes y no con base en coyunturas políticas o modas estéticas impuestas por el gurú de moda. Rodolfo Izaguirre le dijo una vez a Milagros Socorro que todo lo que uno hace tiene un país, una nación detrás. Sinceramente, yo considero que esa unidad de nación se ha perdido y ahora el escritor debe resistir la tentación del pesimismo o del optimismo, cual reina de carnaval reivindicada por algún azar político y no olvidarse de la escritura.

-¿Crees que las editoriales están abiertas a las nuevas voces?
-Se comienzan a ver esfuerzos, pero nos falta una enormidad. Además, pese a que sólo puedo hablar por mí mismo, yo no creo que las nuevas voces queramos, por ser nuevos, un chorro de tinta, unas bobinas de papel, cola e hilo para encuadernar y plastificado gratis, queremos ganarlo. Como dijo Roberto Arlt, siempre he creído que "el futuro es nuestro por prepotencia de trabajo".

-¿Y la crítica?
-Se hacen esfuerzos aunque, pese a sonar posiblemente arbitrario, considero que hay cierta injusticia en este apartado. Hay pocas oportunidades de publicar y cuando sale un libro es simplemente descuartizado o ignorado por no ajustarse a determinado canon. Vamos a abrir espacios no sólo de lecturas, como la Semana de la Nueva Narrativa Urbana, sino de debate, de comentario. No los consagrados hablando sobre nosotros, ni nosotros hablando sobre nosotros, entre nosotros mismos, sino todos juntos analizando lo que pasa. Estimulemos que en los suplementos literarios haya espacios para estas nuevas propuestas. No comentemos sólo el libro del amigo más cercano, con el que se pasan buenos ratos tomando cerveza.

-Las editoriales últimamente han publicado muchas obras venezolanas, pero dedicadas a ensayos y grandes reportajes ¿Crees que hay posibilidades para el autor de ficción?
-Sin duda la coyuntura política ha abierto campo para estas publicaciones, y surgen apéndices como la novela Me enamoré de una chavista, que es ficción, pero es imposible desligarla de esta movida coyuntural. Claro, los números de la ficción, en términos de venta, suelen ser bajos como norma general. Pero aquí es donde uno dice, bueno, ¿el Estado actual defiende el intervencionismo? Intervenga y publique con calidad, sin mirar aprovechamientos políticos de los textos, simpatías; haga el trabajo que no pueden o quieren hacer otras editoriales.

-¿Cuáles serían tus expectativas y necesidades para desarrollarte como escritor?
-En eso soy simple, como dice Vargas Llosa al comienzo de Cartas a un joven novelista, para sentirse escritor basta por comenzar con vivir la vida de escritor, entregar a la literatura, la vida, los pensamientos, las ambiciones, supeditarlos a ella. Entonces, en principio, quiero continuar viviendo mi vida de escritor. Quiero seguir leyendo mucho, escribiendo y enseñando escritura creativa que me ha enseñado muchísimo.

-Recopilaciones de nuevas voces o encuentros como la Semana de la Narrativa a veces unen autores de distintas generaciones, a veces no tan nuevos y muy distintos. ¿Qué consideras positivo y negativo de estas iniciativas? ¿Qué sugerencias harías para mejorarlas?
-Los criterios antológicos son los criterios antológicos. Sin embargo, se perfeccionaría más el esfuerzo si se hicieran más antologías que pudieran agrupar de manera aún más clara a los autores. Así el lector no se compraría un libro genérico de voces nuevas, sino uno de nuevas voces de narrativa erótica o policial, por ejemplo. Pero sin duda es muy meritorio lo que ha hecho la gente de Alfaguara y la gente de Alfadil, junto con el Pen Club y Ficción Breve Venezolana. Aunque uno siempre ambiciona las mejores condiciones posibles para su tribu, tal vez pedirle más a esta gente, justo en este momento, sea hasta desconocer sus logros. Sirva esto sólo como invitación a seguir hasta el siguiente nivel.

-Hablando en términos de acto creativo, ¿cuál crees ha sido tu mayor acierto y tu mayor error?
-Mi mayor error es -y no es propiamente del acto creativo- mantenerme alejado, consciente y metódicamente de los grupos. Me cuesta encajar con gente que habla sólo de literatura. Me apunto con (T.S.) Elliot: con los amigos escritores terminas hablando de las penurias y problemas, mientras con el resto de la gente puedes hablar de arte y belleza. Pero la realidad es que los grupos literarios, muchas veces sin constituirse, sino simplemente en tertulias que se vuelven periódicas, sirve de estímulo tremendo para la actividad creativa y, sobre todo, genera un cierto poder de maniobra, una red de contactos que te puede llevar adonde tú quieres ir. Eso me lo reprocho, pero yo soy así, no puedo tener amigos que aparecen de repente en tu casa porque son tus colegas. No puedo tomar cerveza toda una noche mareando historias. Soy el único científico de mi laboratorio portátil de humanidad y lenguaje.

¿El mejor acierto? Ser terco. Soy un terco de primera y, aunque eso me puede llevar a recibir golpes como una pera de boxeo, al final se disfruta y nadie le quita a uno lo bailado. Se lo entrego a mis alumnos como si le diera el caracter que en la cábala encierra el nombre de dios: súmenle a todo lo que aprendimos, terquedad, rebeldía incluso contra mí, contra sus parejas, contra la razón. Sumen terquedad y, por favor, escriban.

-De qué viven las nuevas voces?
-Ésa es una pregunta interesante en una sociedad donde, realmente, el trabajo intelectual propiamente dicho está mal remunerado. Sé que varios damos clases en áreas directamente relacionadas con la literatura o con algún interés cercano (como el arte). Por otra parte, otros tienen profesiones específicas, a veces alejadas de la escritura. Yo, gracias a Dios, puedo decir que desde hace un par de años vivo netamente de la escritura -que no de la literatura-; la escritura con un sentido más utilitario como artículos para revistas físicas o web, y de la enseñanza de la escritura que me mantiene siempre muy cerca del proceso creativo, aunque no sea yo quien desarrolla estas historias.

-¿En qué estás trabajando actualmente?
-Corrijo una novela escrita hace un par de años, muy enmarcada en algunas de las circunstancias que vivió el país alrededor del año 2002, aunque un tanto alegórico. También desarrollo un proyecto de novela muy caro, muy querido para mí, en la que se reconstruyen por pedacitos, por retazos muy íntimos de un par de familias y un grupo de amigos, unos 20 años de la vida de la Venezuela que viví hasta el referendo revocatorio de 2004.

-¿Cuál crees será el futuro de las nuevas voces?
-Para mí es un asunto de coraje, como lo apuntó Norman Mailer y lo recogió Adriana Villanueva en un artículo muy hermoso que se llama "Cómo espantar a un escritor": el escritor joven necesita mucho coraje para lidiar con el fracaso, con el rechazo, hasta con la página en blanco. Esperemos que logremos tener el coraje de mantenernos, de comprometernos. Hay algo inolvidable para mí de aquellos lunes con Sael Ibañez en el taller de narrativa del Celarg hace 10 años: cuando él repetía que la vocación literaria subyuga y cobra cara la traición. Espero no traicionarla, tener el coraje para no hacerlo.

[Entrevista realizada como parte de mi investigación para el reportaje Venezuela descubre nuevas voces narrativas, publicado en el diario El Mundo el 23 de abril.]