martes, 24 de mayo de 2011

Perrosky y el rock chileno en el Primavera Sound

Con la primavera comienzan los grandes conciertos y festivales que dan una mejor excusa para alterarse que las alergias. Y este año el Primavera Sound cuenta con una todavía pequeña, pero –vale resaltar- creciente representación latinoamericana, de la que destacaría especialmente la descarga de rock and roll y blues de los chilenos de Perrosky.

El encuentro barcelonés ha venido posicionándose como uno de los encuentros más importantes de Europa de rock indie, mayormente ‘blanco’. Se lo ha criticado anteriormente por la poca presencia de ‘música negra’ -aunque no esté muy claro a qué se refiere tal etiqueta-, resaltando como excepciones a figuras como Lee Perry en 2010, o el rapero Big Boi en la presente edición. 

No obstante, el año pasado, junto con los showcase de bandas españolas, también se incluyeron por primera vez algunos artistas de América Latina: la agrupación brasileña Macaco Bong, la chilena Javiera Mena, y los argentinos de Él Mató a un Policía Motorizado (aquí antes publiqué una nota de El Mató...). Dado su éxito, los dos últimos repiten ahora y a ellos se suman Las Robertas de Costa Rica –a quienes entrevisté para la RockDeLux #295, de este mes de mayo-, Garotas Suecas de Brasil, el venezolano Algodón Egipcio y los chilenos Gepe, Perrosky y Fernando Milagros.

Bastante ruido ha hecho el pop chileno últimamente en España, con reseñas desplegadas no sólo en revistas especializadas, sino también en medios masivos, como aquel reportaje en El País –un tanto desubicado por cierto- “Chile, un nuevo paraíso del pop”.

En ésa y otras notas se han destacado especialmente las iniciativas de Javiera Mena y Gepe, pero, curiosamente, se han dejado bastante más de lado lo que para mí son las propuestas emergentes más potentes y originales de Chile: Chinoy, a quien entrevisté para RockDeLux (#294, de abril 2011) y del cual hablé en el anterior post sobre estrategias creativas de Latinoamérica; y el dúo Perrosky, que visita por primera vez Europa y, de hecho, es la agrupación que mejor cuadra con el perfil de rock indie del Festival.

Perrosky, descarga esencial
Viernes 27 de mayo, 23.15 h. Escenario Adidas Originals (Parc del Fòrum)
 
Conformado por los hermanos Alejandro y Álvaro Gómez, Perrosky es rockabilly, folk y blues, con olor a Missisipi, pero también a Baja California y un revés de campo chileno, nada obvio pero definitorio. Activo desde 2004, el dúo surgió como proyecto paralelo de la banda de garage Guiso, y fue ganando espacios con una descarga de elementos mínimos –guitarra, voz y batería- y una potencia anclada en lo esencial. 



Su sonido, al inicio más dado a lo punk y alternativo, ha desembocado en el blues, el folk y el rock and roll de vieja escuela norteamericana, hilados quizá por un ancla telúrica y ansias de experimentación, con las que también pueden echar mano de sonidos folklóricos sureños, y hasta de la música ranchera mexicana, que desde hace décadas forma parte de la banda sonora del campo de Chile. 

Si la aventura comenzó con una colección piezas acústicas, grabadas en baja fidelidad en el casette Añejo (2001), hoy ya cuentan con seis producciones más: El ritmo y la calle (2007), Otra vez (EP, 2004), Doblando al español (2008), Son del montón (EP, 2010), Campante y Sonante (EP, 2010) y su última placa, Tostado (Oveja Negra/ Algorecords, 2010), producida nada menos que por Jon Spencer (Jon Spencer Blues Explosion), quien también estará en el Festival. 



En Chile han precedido las actuaciones de estrellas internacionales como Holden, Yann Tiersen y Calexico, y acaban de terminar giras por Argentina y Brasil. En vivo sorprenden siempre por la potencia de su repertorio, desprolijo en elementos, pero evocador y colmado de matices, que transita entre el intimismo y la algarabía, entre la espesura ‘blue’ y cierto descontrol punk con toques de humor, dando pie, no sólo a los temas de su autoría, sino a revisiones simplificadas tanto de los Ramones o la Velvet, como de Los Iracundos o Atahualpa Yupanqui.
 

Fernando Milagros + Philipina Bitch, intimidad apuntalada por rock y psicodelia
Jueves 26 de mayo, 22 h. Escenario adidas Originals (Parc del Fòrum)


Con todo el historial de grandes –gigantes- cantautores chilenos, resulta fácil esperar que toda propuesta que venga de ese país en esas lides tenga, casi por defecto, solvencia y encanto. Por la misma razón, quizá uno suele ser más exigente con los autores de Chile, que con cualquiera.

Fernando Milagros recoge la tradición folk rock de los 60 y 70, sazonándolos con algunas sonoridades locales, en una colección de canciones intimistas y melancólicas; cálidas en su guitarra de cuerdas de nylon, pero que, a mi juicio, suenan mejor como llegan al festival: apuntaladas por la fuerza de rock, folk y psicodelia de Philipina Bitch


 
Nacido como Fernando Briones, el músico y también diseñador teatral, incursionó inicialmente con la banda Mariamilagros, para independizarse en 2006 y editar Vacaciones en el patio de mi casa (2007) y Por su atención gracias (2009). Para sus presentaciones en directo, desde hace algún tiempo lo acompaña Philipina Bitch, un potentísimo trío –antes dúo- proveniente de Concepción, la misma región de la que surgió la agrupación hito del rock de chileno, Los Tres, de la cual hablé en el anterior post

Conformada originalmente por Felipe Ruz y Sebastián Orellana, Philipina Bitch se reconoce heredera de sus coterráneos, así como de la prolífica familia Parra, en igual medida que del primer Pink Floyd, Syd Barret y The Beatles. Prácticamente desconocida fuera del under chileno y muy austera en recursos, sorprende y engancha especialmente por la fibra de su interpretación. Ojalá pudiera presentarse, no sólo como apoyo, sino como banda titular.

 
 
Gepe, pop de neo-hippie a la chilena
Sábado 28 de mayo, 18:00h. Salón Myspace Smint (Parc del Fòrum) 
 

Se lo presenta como un hermano creativo de Javiera Mena, y ciertamente sus carreras comenzaron en paralelo. Debido a su intervención en “Sol de invierno”, el primer éxito de Mena, por ahí se ha dicho que surgió como un apoyo a la cantante. La realidad es que Mena, en sus inicios, formó parte de la banda Gepe, la conformación inicial con la que Daniel Riveros se dio a conocer, tal y como se la ve en este tema, una suerte de demo.



Por sus primeros trabajos 5x5 (EP, 2005) y Gepinto (2005), a Gepe se lo relacionó con una nueva camada de artistas –como Nano Stern o Camila Moreno- que vienen tirando del folklore y de la nueva canción chilena de finales de los sesenta, en una propuesta de renovación folklórica a través del pop.  

Aunque también cuenta con antecedentes en el folk rock experimental como parte del dúo Taller Dejao, Gepe ha evolucionado a un sonido más pop indie internacional, con algunos proyectos de experimentalidad electrónica, a través de su participación en Icalma. 

Después de editar Hungría (2007) y Las Piedras (EP, 2008), logró pegar fuera de Chile y especialmente en España, con su placa Audiovisión (Quemasucabeza, 2010), una pulida colección de delicados artefactos sonoros, con letras elegantes y poéticas que, no obstante el corte global, todavía conserva cierto aire a tierra característico. 

Personalmente yo me quedo con su primera etapa, mucho más inocente y sencilla, quizá hasta precaria en recursos, pero reveladora de ese talento para armar canciones pop, con personalidad, profundidad y consistencia. Son temas cortos, con pocos acompañamientos, casi siempre una sola guitarra y voz -en algunos casos, coros y algunas percusiones-, pero donde los acordes y ritmos van moviendo y apuntalando la melodía, envolviéndola e integrándose, transmitiendo texturas y llenándolo todo.



Javiera Mena, electropop y poco más
Viernes 27 de mayo, 00:30h. Escenario adidas Originals (Parc del Fòrum)
 

En el Primavera Sound la presentan como “uno de los secretos mejor guardados y más queridos del pop internacional”, pero es quien más reseñas halagüeñas ha recibido, por lo que no me interesa reiterar alabanzas –que pueden leer algunas aquí o aquí-, sino más bien aclarar por qué a mí no me convence.

Javiera Mena hace electropop, de acuerdo. Se espera que sean canciones de letras cándidas, quizá dulces o románticas, melodías tarareables y arreglos contagiosos. Pero a mí me parecen sólo aceptables. Aunque tiene melodías agradables o interesantes, sus temas como obra integral –composición e interpretación- me suenan sosos, sin mayor toque diferenciador y, más importante, de débil factura a pesar del revestimiento de electrónica indie.

   

Más allá de la línea melódica, la gracia del electropop, está en cómo cuaja la canción, en cómo hacer que un tema, generalmente construido por capas, tenga profundidad y consistencia; en cómo hacer que la melodía evolucione y el tema gane enjundia como un todo. En ese sentido, las canciones de Mena me resultan planas. Su voz, ciertamente nítida, no evoluciona ni matiza, por lo que pareciera estar emitiendo la misma nota durante todo el tema, sólo con las pausas que dan las palabras, sin mayores tesituras o expresividad.  

Se resalta como un gancho su toque retro, su gusto por el sonido discotequero de los primeros ochenta, al lado de las baladas populares de España y Latinoamérica. Pero una cosa es revisar el pasado, desde una conciencia presente, desde el conocimiento de todo lo se ha hecho hasta ahora, para de allí catapultarse a un sonido propio; y otra, es sonar antiguo porque se desconoce lo que se ha logrado.  

No es la primera que hace electropop en español. Allí mismo en Chile, estaban mucho antes los Electrodomésticos y Aparato Raro, por ejemplo, sin contar todo la historia del pop mexicano. Del otro lado, y ya más actual, ¿dónde dejamos a Miranda!? O todavía más cercano, el propio Gepe.