miércoles, 7 de febrero de 2007

Cacerías disqueras por el mundo (I)

Colecciono y atesoro anécdotas de búsquedas de discos por el mundo. Otros melómanos me han contado las suyas. En honor al moribundo CD y a la “Ceremonia de caza y cata del disco nuevo”, que referimos en la anterior entrada, aquí rememoro algunas, sin nombres propios, pero en primera persona; como para que cada quien pueda recordar y sentir la excitación de sus propias cacerías.

You say potato, I say potahto
Estaba en el hogar de Louis Armstrong, donde el jazz se destila por todas partes. El ambiente en Bourbon Street disparó un viejo recuerdo: una melodía de Armstrong y Fitzgerald que escuché en casa de una amiga del colegio y que nunca más volví a oír. No sabía cómo se llamaba, sólo recordaba una estrofa que, para colmo, ni siquiera era el coro donde sí se decía el título.

Caminando frente al puerto, entré a una tienda que seguro habrá devastado el huracán Katrina. Fui hacia el vendedor, intenté explicarle lo que buscaba y ante su cara de no-sé-de-qué-me-hablas, me atreví. Le dije “la canción dice algo así” y canté: you say potato, i say potatho, you say tomato, i say tomatho…

Creo que los vendedores supieron desde la primera línea –equivocada, por cierto- de qué canción se trataba. Pero me dejaron allí cantándoles por un rato, para luego mirarse entre ellos, reírse y, al final, pararse para buscarme un maravilloso disco, The Complete Ella Fitzgerald & Louis Armstrong on Verve, con aquel tema: Let’s call the whole thing off.

Tantas vueltas para volver a mí
Por allá por los 80, Mick Fleetwood, el baterista de Fleetwood Mac, le dio un arranque de locura y se fue a grabar un disco como solista en Ghana: The Visitor. Era de pura batería y tambores africanos, entre otras cosas. Para mí era un trabajo adelantado a lo que sería lo que conocemos como world music. Yo lo tenía en vinilo, pero en una crisis económica lo vendí con todos mis viejos discos.

Ya recuperado, lo busqué por medio mundo. Pregunté en cada país que visité, pero nunca lo conseguí. El cuento es que un día entro a husmear en Comercial Carillo –el local que desde la década de los 60 vende discos de acetato en el centro de Caracas- y me encuentro mi disco. Sí, no otro disco de The Visitor, sino mi disco, el que vendí en el 93, con sus marcas y todas sus cosas. Tantas vueltas para regresar a mis manos. Ah, un detalle, ese disco nunca fue editado en CD.

Joya en remate
Lo había buscado en México, Panamá, Nueva York, Madrid, Argentina, Chile, Bogotá y no sé dónde más. El primer disco de la banda Arco Iris, la primera agrupación del maestro Santaolalla –una joyita de 1969, donde se venía venir lo que sería Gustavo-, nunca apareció. Pero caminando por la céntrica Av. 18 de julio de Montevideo, en una discotienda de remate -CD Warehouse- encontré la maravilla y por sólo tres dólares.

Una carrera por Dylan
Descubrí el “Highway 61” de Bob Dylan en un bar de Granada, en el año 1988. Un amigo y yo nos hicimos colegas del dueño del bar. Era tipo hippie setentero. Él nos hizo escuchar el vinilo que empieza con el golpe de caja de “Like a rolling stone”. Teníamos 15 años y ambos empezábamos a tocar la guitarra. (“How does it feeeeeeeeeeeeeeeel!”).

Nos quedamos fascinados así que, a la vuelta de las vacaciones, nos fuimos corriendo a “Madrid Rock” en la Calle Mayor (era una tienda de discos de dos plantas, bastante generosa). No lo encontramos de primeras. Fuimos a preguntar. El encargado nos dijo que creía que quedaba una sola unidad en un mogollón de discos de oferta, que había al fondo de la tienda. Mi amigo y yo nos miramos una milésima de segundo y explotamos a correr como locos hasta la pila de vinilos. Cada uno empezó por una esquina.

Recuerdo la excitación como si fuera hoy. Al final mi amigo ganó la partida. Nos reímos mucho cuando lo encontró. Ahí estaba Dylan con su caraza recortada en la portada del vinilo y mi amigo todo satisfecho. Al menos me lo grabó en una cinta cassette basf. Así lo tuve por muchos años, hasta que hace relativamente poco me hice con una reedición en vinilo para frikis como nosotros.

3 comentarios:

Jesús Nieves Montero dijo...

interesante recuento de descubrimientos...

no hay nada como dar con un disco -o libro- que nos sorprenda porque ni siquiera sabíamos que existía...

salud!

j.

Anónimo dijo...

Wow, el disco que vendiste y volvio a tus manos, debrias pasarlo a digital y sacar varias copias para no arriesgarse a perderlo, y para que lo compartas a los panas, tengo curiosidad de escucharlo..., un abrazo!!!

SUSANA FUNES dijo...

Gracias, Reinaldo
En realidad esa es una de las anécdotas vividas por otro melómano. Pero le diré a ver si la pone en digital y la comparte ;-)