lunes, 12 de febrero de 2007

La luz de Reverón alumbra el MoMA

Sí, ayer el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) inició la primera presentación formal ante audiencias internacionales de la vida, obra y extraña personalidad de Armando Reverón, a través de 100 piezas dispuestas en cuatro salas.

Deben haber sido interesantes las caras de los amantes del arte de Estados Unidos y demás visitantes del mundo, al toparse con sus curiosas muñecas de trapo en tamaño real –quizá malinterpretadas como arte folclórico-, para luego encontrarse con sus paisajes del período blanco, dignos de los más modernos estudios de la acción de la luz sobre las formas.

Considerado el mejor pintor venezolano de la primera mitad del siglo XX, sin duda le calzan las salas del MoMA. “Nunca había visto nada así”, dijo el curador de la muestra, John Enderfield, acerca de su descubrimiento del artista hace unos años, en la Galería de Arte Nacional. “De los casi invisibles paisajes a las extraordinarias composiciones figurativas y los peculiares objetos. Tenía que confiar en mi instinto y traerlo al MoMA”, recalcó.

Así pues, hasta el 16 de abril el MoMa albergará quizá la más amplia retrospectiva que pueda verse públicamente del artista, ya que la mayor parte de su obra pertenece a coleccionistas privados.

Se incluyen piezas de todos los períodos y hasta una muestra de los objetos que casi se pierden con el deslave de la Guaira, en 1999, pertenecientes a su antigua casa y taller, El Castillete, posteriormente convertido en Museo.

La muestra es la cuarta individual que el MoMA dedica a un artista latinoamericano, después del mexicano Diego Rivera (1931), el brasileño Cándido Portinari (1940) y el chileno Roberto Matta (1967).

Allí estarán, entre muchas otras piezas, La Cueva (1920) de su período azul, de atmósferas sensuales, misteriosas y espesas; sus retratos (Rostro Blanco, 1932) y desnudos (Maja Criolla, 1939); sus paisajes luminosos, como El Puerto de La Guaira (1941) y Paisaje Blanco (1934); y las curiosas obras inspiradas en montajes teatrales con sus muñecas, como Anciano, tres mujeres y niño (1948) y Navidad de muñecas (1949).

“Armando Reverón es un artista como ningún otro exhibido en el Museo de Arte Moderno”, dice la introducción a la Exposición on line.

Y vaya que puede lucir único y diferente al vislumbrar, entre sus muñecas y objetos, como pudo ser su vida de aislamiento, esquizofrenia y pobreza, al lado de Juanita, su compañera y modelo. Y como desde ese complejidad psíquica, estoicismo y precariedad material, en el pueblo costero de Macuto, puede darse un vuelco al arte, iluminándolo con la luz de un mundo particular.

2 comentarios:

Jesús Nieves Montero dijo...

lástima que el castillete de reverón es uno de esos lugares injustamente abandonados por la institucionalidad cultural...

y, es increíble lo que soto con las tierras sureñas y reverón con macuto lograron para hacerlo arte de clase mundial...

por eso se dice siempre que un espacio, una época es aquella de la que dan cuenta documentos históricos... pero también las miradas artísticas...

salud!

j.

SUSANA FUNES dijo...

Sí, es una lástima el abandono. El Castillete era un lugar mágico, un lugar donde realmente podía uno sumergirse en el mundo del artista. Era como si tuviéramos la oportunidad de meternos en la buhardilla de Van Gogh.