viernes, 23 de febrero de 2007

Zaragoza, monumental y religiosa (y IV)

La imagen que más identifica a Zaragoza y con la que cerramos nuestro recorrido es, sin duda, la de las cuatro torres mayores de la basílica de El Pilar, elevándose sobre el río Ebro.

“Aquí se venera y se besa el pilar puesto por la Virgen”, dice en su interior. Se trata del centro devocional más importante y del núcleo de la Zaragoza monumental, ubicado supuestamente en el lugar donde la Virgen María se apareció en carne mortal al apostal Santiago, ordenándole la construcción de un templo.

De grandes dimensiones, en la basílica conviven –como no es de extrañar– diferentes estilos. Entre sus valores artísticos podríamos destacar el magnífico retablo gótico en el altar mayor, esculpido en alabastro por Damián Forment, y la obra de Francisco de Goya, pintor nacido en la localidad, quien se encargó de los frescos de las cúpulas Regina Martirum y las Virtudes, uno de sus conjuntos murales más importantes.

Muy cerca se encuentra la ya mencionada Catedral de La Seo, referencia monumental especialmente después de más de dos décadas de restauración.

Allí se pueden desempolvar los conocimiento que se tengan de historia del arte, tratando de reconocer los estilos –el ábside románico, el muro de La Parroquieta y el cimborrio mudéjares, la torre barroca, la portada neoclásica, y, en el interior, el Altar Mayor con su retablo gótico.

Y bien vale la pena aprenderse algo de historia en el Museo de los Tapices. Como bien decía su encargado: “Hay que leer y luego verlos desde lejos, para ir interpretando cuadro por cuadro lo que nos cuentan”.

Simbiosis y hospedaje de múltiples culturas, Zaragoza es hoy una ciudad moderna que conserva el encanto de lo rural. “Muchos vinieron de pueblos, se vinieron a la capital, así que somos más tranquilos y hospitalarios”, comenta en un bar uno de los hijos de estos buscadores de mejor vida, curioso ante una visita venezolana y servido por una argentina, que tampoco resistió las bondades de la ciudad.

Definitivamente es en su gente y en sus callejuelas multiculturales del centro, donde se la siente más cercana.

1 comentario:

Jesús Nieves Montero dijo...

suele ser complicaod entender las ciudades españolas y de américa latina sin un repaso a sus monumentos religiosos católicos...

interesante...

j.